TLta semana pasada se puso en funcionamiento el Gran Colisionador de Hadrones y muchos optimistas dijeron que no ocurriría nada, que era coser y colisionar. Pues ya lo ven, por lo pronto se le han quebrado las alas al verano, se quiebra el banco de los Lehman Brothers y se quiebra la ventaja de Obama sobre McCain y Sarah Palin . Y eso que dicen que las verdaderas consecuencias del Gran Colisionador no las veremos hasta dentro de unos meses. Miedo da. ¿Qué más puede ocurrir? ¿Que vuelva Aznar ?, ¿que siga Zapatero ? Y todo porque algunos científicos no saben estarse con las manos quietecitas. Seis mil millones de dólares para buscar indicios de "materia oscura" y "energía oscura" que, por lo visto, son invisibles, pero componen más del noventa y seis por ciento del universo. Pues ya son ganas, como si para darse cuenta de tal cosa hiciera falta ir por ahí soliviantando a los hadrones. A cualquiera que no sea científico le basta con poner un pie en la calle para darse cuenta de que lo primero con lo que te vas a topar irremediablemente es con la energía oscura. Si no fuera por la energía oscura, haría ya mucho que los sabios gobernantes, que digo yo que también debe de haberlos, se habrían percatado de que lo que está en crisis no es el sistema económico sino el sistema en sí; que seguimos con los mismos patrones que los fenicios, sin avanzar un paso. Dinero y Dios, he ahí dos grandes hadrones en colisión. Materia oscura e invisible que nos ata a la animalidad y nos hace infelices. Aunque a unos más que a otros. Mientras los hay que pueden dedicar su vida a investigar sobre los misterios del universo, para otros, los más, el mayor misterio es saber si van a poder comer al día siguiente. Les colisiona el hambre con las ganas de comer.