Hace poco más de dos años, el director de esta publicación me llamó por teléfono para ofrecerme la posibilidad de escribir una columna semanal en su diario. Y, por supuesto, acepté el ofrecimiento. Poder utilizar esta ventana a Extremadura, para expresar mi opinión sobre los aspectos sociales y políticos que más me interesaban, me pareció una oportunidad que no podía rechazar.

La igualdad entre los sexos, el maltrato a las mujeres, la homofobia, la inmigración, la discapacidad, la Memoria Histórica, o el estigma que acompaña a ciertas enfermedades, han sido algunos de los temas que he tratado, a lo largo de las 119 columnas que he publicado en el Periódico Extremadura , con la única imposición de no sobrepasar los 1.600 caracteres.

Semana tras semana, me he comunicado libremente, a través de estas páginas, con muchas personas a las que no conoceré nunca, con otras que he conocido gracias a ellas, y con algunas con las que, sin conocerlas personalmente, permanezco en contacto por medio de correo electrónico. Pero, sobre todo, al escribir De la mirada , me he sentido más cerca que nunca de mi tierra, la Extremadura donde nací y de donde salí hace cuarenta años, para añorarla siempre.

Dicen que es de bien nacido ser agradecido. Yo estoy de acuerdo con el refrán, y por eso, porque nací bien, y porque tengo motivos para estar agradecida --a este periódico, a las personas que trabajan en él, y a los lectores que me han seguido--, me gustaría despedirme con esta última columna, diciéndoles a todos, desde lo más hondo: ¡Muchas gracias y hasta siempre!