Es un artista de una imaginación inagotable y con un talento exclusivo para reinterpretar su entorno a través de la pintura, la escultura y el grabado. El castellonense Joan Ripollés, considerado como uno de los valores del arte contemporáneo español, inundó el pasado sábado la escena del teatro romano de Mérida con su fantástica propuesta para El Rapto de Medea .

--Decía en la presentación del espectáculo que las máscaras son del mundo donde vive. ¿En qué mundo vive Ripollés?

--En el mundo de los seres humano. Es multidiferencial.

--¿En este universo existe algún significado que se le pueda atribuir a las imágenes que idea?

--El teatro de la antigüedad se componía mucho de la máscara. Lo que he hecho yo es encontrar el eco del pasado y he llevado el mundo de la máscara a mi imaginería. Uno no puede negarse a sí mismo. Lo interesante es poder reconocer al artista sin tener que explicarlo.

--¿La cara que siempre reproduce es algún elemento, una experiencia o es alguien?

--No, no. Son múltiples caracteres. Siempre tengo la necesidad de ver la vida de frente y no por detrás. Esto lo imprimo en mi trabajo. En mis esculturas por ejemplo hay varias caras, las que hagan falta para ir siempre de frente.

--¿Es la primera vez que trabaja en el teatro romano de Mérida?

--Si. He sido como la gallina: he venido a poner mi huevo a ese ponedero que es maravilloso. La respuesta fue emocionante.

--¿Tuvo en cuenta la fisonomía del teatro para su trabajo?

--Busqué el equilibrio y la armonía, entre el entorno de un marco tan enormemente poderoso y mis imágenes.

--El pañuelo, la rama de romero en su boca, su vestimenta... ¿Siempre viste así?

--Soy una persona libre y vendo libertad. Desde pequeño me he disfrazado para divertirme. Tuve la oportunidad de vivir muy pobre, muy pobre, y ahora de adulto, la pobreza me ha dejado vivir como he podido y como siempre he querido (Risas) Algunos me dicen que es todo márketing, pero al final vivo como he querido vivir siempre.