A falta de herederos directos, todo el pueblo de Berlanga se ha convertido en heredero de Carmen Ortiz. La anciana falleció a finales del siglo pasado a los 94 años. Viuda, sin hijos, y sin que nadie reclamase su patrimonio, un vecino comunicó en su día a la Delegación de Hacienda que Carmen había muerto sin testar.

Poco se sabía de lo que la mujer tenía pensado hacer con sus tierras y sus casas, un patrimonio acumulado por ella y su marido agricultor a lo largo de toda una vida de trabajo. Sus propios vecinos de la calle Ulpiano Vázquez solo saben que al fallecer el esposo Carmen arrendó las tierras a una persona del pueblo.

La propia mujer contribuía con su actitud a acentuar el misterio en torno a sus intenciones, ya que se tornó solitaria y mantenía pocas relaciones con el resto de los habitantes de la población. Además, el hecho de que viviera humildemente, casi de forma mísera, según recuerda el alcalde José Vera, nunca hizo sospechar que su patrimonio valiese demasiado. Desde que enviudó su única obsesión era cuidar de la casa, sin otras preocupaciones aparentes.

Quizá la única relación humana más o menos intensa que mantenía era con la vecina del pueblo que la atendía y realizaba las labores del hogar que a Carmen se le tornaron imposibles con el paso de los años.

Paradójicamente, solo con su muerte pudo conocerse algo más de su vida. Al morir sin testamento, se pusieron en marcha los mecanismos legales para el reparto de sus numerosos bienes. Tras tasarlos y venderlos se tomó conciencia de la magnitud de este patrimonio.

Las propiedades fueron valoradas en algo más de 1,2 millones de euros, una verdadera fortuna para alguien que vivía del campo y más si se tiene en cuenta el tipo de vida que llevaba, no ya sin lujos, sino rozando lo básico.

Como marca la ley, la herencia se dividió en tres partes iguales. Una fue directamente a las arcas del Estado, para ser administrada por el Ministerio de Economía y Hacienda. Otro tercio pasó a la Diputación Provincial de Badajoz y el restante al Ayuntamiento de Berlanga.

Fue así como los vecinos de este pueblo pacense vieron cómo les tocaba una herencia inesperada. Además, esta herencia engordó con la decisión de la Diputación Provincial de que su tercio también fuese para los vecinos de esta localidad. Se sumó así un total de más de 872.000 euros.

Como también marca la normativa, el dinero heredado por Berlanga debe ser y será destinado a una inversión de interés general. La decisión del regidor municipal es que se emplee en la construcción de una residencia de asistidos, una instalación cada vez más demandada en todas las comunidades, y que dará servicio no sólo a los herederos de Berlanga, sino a toda la comarca.

Según Vera, el proyecto para esta residencia ya está en manos de los técnicos, y el presupuesto estimado ronda los 1,8 millones de euros.

Por ello, la herencia de Carmen Ortiz es necesaria, pero no suficiente, aunque servirá para que el ayuntamiento convenza a otras instituciones y participen en el proyecto. De hecho, el alcalde ha manifestado que la Diputación Provincial, además de la cesión de su tercio de herencia, se ha comprometido a afrontar el 50% de la inversión, esto es, otros 900.000 euros.

Para poner el resto ya se está negociando con la Junta, según comentó el alcalde, quien confía en que prospere su petición. Con esta ayuda se podrá afrontar con garantías no sólo la construcción del edificio, sino también la dotación de todos los equipamientos necesarios para atender a los dependientes.

De este modo, la herencia de Carmen servirá a otros ancianos de la zona para llevar una vida más placentera en los últimos años y contar con la atención que necesiten.