Las continuas palizas y amenazas ya presagiaban lo que, finalmente, ocurrió la tarde del sábado. Francisco, un albañil de 58 años de Osuna (Sevilla) y con problemas con el alcohol, cogió una escopeta y disparó contra su mujer y su hija, embarazada de pocos meses, causándoles la muerte en el acto. Poco después, y tras vanagloriarse ante sus otros cinco hijos de lo que había hecho, se intentó suicidar disparándose en la cabeza para evitar que lo detuvieran.

El agresor tenía una orden de alejamiento desde el pasado 12 de agosto, fecha en que fue denunciado por su esposa Carmen, de 54 años, y sus hijos por amenazas y malos tratos. En esa fecha le habían sido retiradas las dos escopetas de caza de su propiedad, por lo que la policía investiga el origen del arma de cañones recortados empleada.

El dramático suceso se produjo sobre las 20,30 horas del sábado en la localidad sevillana de Osuna. La pareja se había separado en varias ocasiones, pero Carmen siempre volvía. Tras la última pelea, la mujer se había refugiado en casa de una de sus hijas, Carmen, de 34 años, embarazada de cuatro meses y madre de un niño pequeño.

Según los vecinos, el agresor estuvo toda la tarde merodeando por las inmediaciones de la vivienda, y aprovechando que la puerta se quedó abierta, entró en la casa. Para evitar que su hijo pequeño presenciara una nueva trifulca, su yerno se lo llevó a la calle, donde a los pocos minutos escucharon cuatro tiros que se sintieron en toda la barriada.

Francisco había disparado contra su mujer y su hija, que fallecieron en el acto. A continuación, el agresor se atrincheró en su casa a la espera de la llegada de la Guardia Civil, a la que desafió tirando la llave de la vivienda por una ventana para que subieran. Instantes antes de ser detenido, Francisco intentó suicidarse de un disparo en la cara. Su estado es grave y permanece hospitalizado, bajo custodia policial, en la UCI de un centro sanitario de Sevilla. Las víctimas fueron enterradas ayer en una multitudinaria ceremonia.

Antes de lesionarse, el hombre tuvo la sangre fría de telefonear a sus hijos: "Ahí tenéis vuestra herencia, y si llegas a estar aquí también te mato a ti", explicó uno de ellos, Francisco. "Era de esperar que tarde o temprano ocurriese esta tragedia, él ya avisó. Llevaba años maltratándonos y amenazándonos con que iba a matar a mi madre como a un conejo".

El hijo lamentó que su progenitor "no cumplía" las medidas de alejamiento que se le habían aplicado. "Consiguió que no pudiéramos andar tranquilos por la calle", aseguró.