El turista modelo habla japonés, y el más indeseable, francés. Una encuesta realizada entre 15.000 hoteleros de 12 estados europeos sitúa a los nipones en el primer lugar de la clasificación por ser discretos, educados, limpios y respetuosos de las costumbres locales, mientras que los viajeros del otro lado de los Pirineos suspenden prácticamente en todos los terrenos: son groseros, quejicas y no se adaptan a la cultura del lugar que visitan. Aunque no se les considera de los peores, los españoles tampoco salen muy bien parados.

El estudio, realizado por la empresa Gfk para el operador turístico por internet Expedia, se ajusta a la imagen que la sociedad tiene de los hijos del sol naciente, pero también rompe algunos clichés. Entre ellos, el de la prepotencia y el nulo don para los idiomas de los norteamericanos. Los turistas procedentes del otro lado del Atlántico se han situado en el número dos de la clasificación tras experimentar una notable evolución en los últimos años. Se esfuerzan por comunicarse en la lengua local, prueban la cocina del país que visitan en lugar de refugiarse siempre en un McDonald´s y ya no se pasean por Europa como los amos del mundo. También son los que más gastan y los reyes de la propina, pero aún les queda camino por recorrer a la hora de cuidar su imagen o de aprender a no dejar las habitaciones hechas una porquería, en lo que destacan británicos y chinos.

Los segundos más generosos son los rusos, pero no por ello gozan del respeto de los hoteleros. Junto a los ingleses, son los más irrespetuosos con las costumbres y se llevan la palma,seguidos de franceses, de la mala educación.