Pese a los temores iniciales, el huracán Paloma que azotó la isla de Cuba el sábado por la noche con fuerza 3 y vientos de hasta 175 kilómetros por hora, perdió fuerza hasta disolverse, causando numerosos destrozos materiales pero no víctimas.

El huracán se disolvió sobre el este de Cuba debido a que fuertes vientos de altura "rompieron en pocas horas la estructura vertical" del mismo, "a lo que se sumó la acción propia de su paso sobre tierra", según explicó el Instituto de Meteorología de la isla. Tras su debilitamiento, solo dejó nubes medias y bajas que provocaron fuertes lluvias.

Anoche, las autoridades cubanas no habían informado de la existencia de víctimas. Casi un millón de personas habían sido evacuadas en varias provincias del oriente cubano, incluidos pueblos enteros que corrían peligro por eventuales inundaciones y deslizamientos de tierra.

El huracán había sido calificado de "extremadamente peligroso". Aunque aún es pronto para cuantificar las pérdidas, se tiene constancia de inundaciones de áreas costeras, desbordamiento de ríos, cultivos afectados e infraestructuras averiadas que han dejado pueblos aislados. Este es el tercer huracán que llega a Cuba tras el Gustav y el Ike que arrasaron la isla entre el 30 de agosto y el 9 de septiembre.