Dos familias españolas respiran ya tranquilas. Se sienten cansadas y con ganas de volver a casa, pero están aliviadas por haber dejado atrás el infierno de Nueva Orleans. Acaban de salir de una pesadilla y aún se angustian cuando piensan en las miles de personas que han quedado atrás, atrapadas en la capital del estado de Luisiana en condiciones inhumanas.

La diputada del PSC Lourdes Muñoz, su marido, Jordi, y el hijo de éste, Marc, junto con la familia formada por los funcionarios de la Generalitat catalana Josep Fusté y Clara Díez y su hijo Aitor, llegaron ayer a Houston (Tejas). Fueron evacuados por la Guardia Nacional y entregados a una misión diplomática española en Baton Rouge. Ambas familias quedaron bloqueadas en Nueva Orleans, cuando el pasado lunes golpeó el Katrina. Sus experiencias fueron distintas, pero igual de dramáticas.

Vuelo cancelado

Lourdes y Jordi habían elegido un popular hostal Bed and Breakfast para su estancia en Nueva Orleans. Alertados por la llegada del Katrina, trataron de adelantar su salida de la ciudad, pero ya era tarde. Su vuelo había sido cancelado. Entonces fueron obligados a refugiarse en el Centro de Convenciones. Empezaba la pesadilla del matrimonio y el pequeño Marc, de 10 años.

"Las condiciones del Centro de Convenciones se han ido degradando poco a poco. Aquello estaba putrefacto. Sin agua, sin luz, sin alimentos, sin seguridad y con pandillas campando a sus anchas. Hemos vivido algo increíble. Toda una pesadilla de la que hemos salido ya", afirma Lourdes Muñoz. Cree que el gran problema ha sido la ausencia de policía y aventura: "La situación habría estallado sin la presencia en los últimos días de la Guardia Nacional". "La gente está desesperada , durante días no ha habido orden, ni seguridad. La gente se siente engañada. Personalmente, lo hemos pasado mal y ahora lo primero es descansar, una ducha y regresar", añade.

La peripecia del matrimonio de funcionarios catalanes y su hijo Aitor, de 18 años, ha sido distinta. Esta familia pudo permanecer en el Hotel Monteleone, donde tenía la reserva, hasta el miércoles. Ese día fueron desalojados "porque ya no había agua ni luz y se había acabado la comida", relata Fusté.

Varios hoteles intentaron alquilar autobuses para trasladar a sus clientes al aeropuerto de Houston "pero fueron confiscados por el Ejército para otros usos", añade. Empezó entonces el peregrinaje de la familia por las calles. "Sufrimos bastante por la sensación de caos y violencia, aunque por suerte íbamos juntos en un grupo bastante organizado y no pasó nada, pero impresionaba muchísimo", explica.

A falta de refugio, durmieron una noche en la calle, "cerca de un puesto de policía y, por tanto, protegido". A través de su teléfono móvil, Fusté contactó con Barcelona e informó de su situación, lo que permitió a las autoridades españolas pedir a la Guardia Nacional su rescate.

Dos españoles siguen en Nueva Orleans a la espera de ser evacuados: un sacerdote de unos 60 años residente en la ciudad, y una universitaria. Según el cónsul español en la ciudad, Ramón Sáenz de Heredia, ambos se encuentran en "una zona tranquila" y "próximos" uno del otro.

El Ministerio de Asuntos Exteriores trata de verificar si una tercera familia española sigue atrapada en Nueva Orleans.