La policía húngara ha detenido hoy al director general de la empresa de aluminio MAL, Zoltán Bakonyi, propietaria de la balsa de contención que originó el pasado martes el vertido tóxico de Hungría. Así lo ha anunciado hoy en el Parlamento el primer ministro, Viktor Orban, que, además, ha propuesto a la Cámara que el Estado asuma el control de la planta. Los responsables del incidente serán castigados mediante un proceso "severo y justo", ha advertido Orban, poco después de saber que una octava persona había muerto a consecuencia de la catástrofe.

En un discurso ante el Parlamento, el jefe del Gobierno ha explicado que se creará el cargo de "comisario de defensa para catástrofes", que será el responsable de "supervisar, dirigir y manejar" los bienes de MAL. "La empresa que causó la catástrofe de barro rojo deberá ser dirigida por el Estado", ha señalado. "No podemos seguir viviendo con peligros secretos", ha subrayado. El primer ministro también se ha mostrado partidario de reabrir la planta, cuya producción quedó suspendida tras la catástrofe. A juicio de Orbam, el país no puede permitirse perder miles de puestos de trabajo en la zona afectada.

Los equipos de rescate que trabajan en la zona afectada por el vertido tóxico han encontrado hoy a la última persona desaparecida tras la rotura del dique, por lo que aumentan a ocho los fallecidos. El octavo cadáver ha sido hallado en el lodo entre las localidades de Devecser y Kolontar.

La fábrica Magyar Alumínium (MAL) fue fundada en 1995 tras la privatización del sector industrial de este antiguo país comunista. Una de sus bases de producción más importantes es justamente la de Ajka, a 160 kilómetros al suroeste de Budapest, donde se produjo el accidente. MAL tienen una plantilla de unos 3.000 trabajadores, que producen diferentes productos de aluminio y bauxita, que en un 70% van destinados a la exportación. En la localidad de Ajka, la empresa cuenta con dos represas de 50 y 30 millones de metros cúbicos. Esta última fue la que sufrió la rotura.

NUEVO MURO DE CONTENCIÓN

Mientras, las autoridades continúan los trabajos para construir un muro de contención que frene una posible segunda riada de barro rojo tóxico procedente de la planta de aluminio. El nuevo dique tendrá una longitud de unos 1.500 metros, de los cuales mil ya han sido construidos, cinco metros de altura media y 25 metros de ancho. Otra de las tareas importantes en la que están enfrascadas las autoridades es el bombeo de agua de la balsa 9, vecina de la balsa 10, que causó la catástrofe, hacia otros depósitos para reducir la presión sobre las paredes del dique.

Estas obras son de prevención, ya que lo que queda de barro rojo es material menos líquido, por lo que el alcance de un eventual vertido sería menor que el de la semana pasada y podría afectar solo a unos mil metros de terreno, justo hasta las primeras casas del municipio de Kolontar.