Las administraciones advirtieron el viernes de que ayer soplaría el viento con fuerza, pero no pudieron imaginar que el paso de lo más parecido a un huracán, con velocidades que superaron los 200 kilómetros por hora en algunos puntos, dejaría tras de si un rastro de siete muertos en Cataluña y otros tres en el resto de España. Las consecuencias más trágicas de este inusual vendaval se sufrieron en Sant Boi, donde un enfurecido golpe de viento que el alcalde Jaume Bosch calificó de tornado hizo añicos el túnel de bateo del club de béisbol en el que entrenaban una docena de chavales. Yoel, Xavi, Mario y Enric, cuatro niños de entre 9 y 11 años, murieron, y otros seis estaban anoche hospitalizados, sin que se tema por sus vidas.

Sant Boi centró casi todas las miradas y buena parte de las lágrimas. La tragedia fue enorme. Los péritos tendrán que inspeccionar lo que queda de la nave y determinar si su sencilla construcción ayudó a que se desplomara de esa manera. Aún así, la policía científica de los Mossos d´Esquadra realizó ayer una primera inspección y no encontró ningún elemento anómalo. La unidad de investigación de la comisaría de Sant Boi se encarga de las diligencias.

AL ANTOJO DEL VIENTO Ayer, muchos de los que se acercaron hasta el campo municipal de béisbol, en el barrio obrero de las Cuatro Rosas, descubrieron en el trayecto hasta qué punto la suerte estuvo del lado de los ciudadanos. ¿Por qué Arboles centenarios atravesaban la calzada? Algunos cayeron sobre vehículos, que quedaron destrozados. Uralitas de tejados, toldos, palmeras de la avenida de la Diagonal, palmeras de la playa de la Nova Icària, macetas, semáforos, vallas publicitarias, lonas de obras... la cantidad de objetos contundentes que el viento arrancó ayer y manejó a su antojo hasta depositarlos en algún punto del suelo hizo pensar que, a pesar de las desgracias, casi fue un milagro que la lista de víctimas no se ampliara.

Y fue esa sensación de improvisación la que enojó a muchos ciudadanos que durante el día de ayer recurrieron a los foros abiertos de casi todos los medios de comunicación para mostrar una vez su malestar. El viernes por la tarde la Consejería de Interior difundió un comunicado en el que se alertaba de los fuertes vientos que soplarían ayer. Fue un aviso que se envió sin más consideración ni advertencia y del que muchos periodistas cayeron en cuenta tras la muerte en de una mujer, que falleció al ser aplastada por un muro que se desplomó por un golpe de viento, en Poblenou.

Aún así, ninguna autoridad apareció para alertar a la ciudadanía de que podía haber una situación de riesgo. Y así, muchos retomaron durante el día sus actividades de cualquier sábado sin sospechar en los riesgos del viento que soplaba. Y no fue hasta la tragedia de Sant Boi que la Generalitat prohibió las actividades deportivas en recintos cerrados y al aire libre, cuando cuatro niños ya habían fallecido.

Así, mientras en el País Vasco muchos tapiaban ventanas para prevenir el vendaval, en Cataluña muchos toldos volaron porque pocos supieron que debían atarlos con fuerza por la que se avecinaba. A última hora de la tarde, el consejero de Interior, Joan Saura, compareció en rueda de prensa pero evitó responder a las preguntas más directas. Fue el director de protección civil, Josep Ramon Mora, quien aseguró que la alerta fue correcta y que se avisó a su debido tiempo y a quien correspondía. Y apeló a la "autoprotección".

La situación para hoy, según los meteorólogos, estará estabilizada tras una madrugada nuevamente movida, pero sin alcanzar los vientos del sábado. En Sant Boi, donde se han declarado tres días de luto oficial, las familias decidirán si celebran un funeral conjunto para los cuatro amigos peloteros o prefieren sepelios individuales y privados.