"Te pedimos señor que acojas en tu seno a todos los inmigrantes que arriesgan sus vidas en busca de pan y una vida mejor". Con esta sencilla plegaria --oficiada por el párroco de Gran Tarajal--, y poco más, despidieron ayer para siempre los vecinos de este municipio a los 13 inmigrantes hallados muertos de frío en el interior de una patera el pasado jueves.

Dos ramos de flores por cada ataúd. Ese fue todo el lujo que rodeó la ceremonia. Luego, el enterrador y sus ayudantes tapiaron los nichos con cemento. Sin lápida porque no hay dinero para ese dispendio. Sólo los cinco primeros inmigrantes arribados en patera pudieron disfrutar de ese privilegio. Corría el año 2001 y apenas llegaba ningún cadáver a las costas de Fuerteventura. El Ayuntamiento de Tuineje, el municipio al que pertenece Gran Tarajal, podía permitirse ese último gesto de generosidad.

En la tapa del nicho figuraba ayer la misma leyenda que en el resto de los nichos de sin papeles: "D.E.P. Inmigrante n 1", seguido de los datos de la funeraria, con el nombre de ésta en letras bien grandes. Asistieron unas pocas autoridades, el cura, una guardia municipal, algo de prensa y un grupo de curiosos. Ni un solo africano o representante de los países de origen. Todo fue como de costumbre. Despedida anónima a ataúdes anónimos. Pero algo empezará a cambiar a partir de hoy.

El sepulturero tiene la orden de grabar el nombre y los apellidos de los fallecidos. Por vez primera la Guardia Civil ha mostrado las fotografías de los cadáveres a los supervivientes y el juez ha ordenado que se recojan por vez primera muestras de ADN.