TAthora salen los de las encuestas con el cuento de que España va a la cola en eso de hablar idiomas extranjeros. A saber qué programas de televisión y qué bares frecuentan estos señores encuestadores, porque lo que es yo, no puedo poner la tele ni salir de casa sin que todo me suene a chino. Hasta he llegado a pensar que un ángel guasón nos gasta la vieja broma de Babel, confundiéndonos las lenguas. Y no creo que sean figuraciones mías. Usted oye, por ejemplo, a un político hablar muy seriecito sobre la inconveniencia del transfuguismo y al pronto hasta creerá que le habla en castellano de Castilla, pero luego cae en la cuenta de que no, que le habló en un idioma extranjero y donde usted entendió que el transfuguismo es caca, estaba diciendo en realidad marica el último. Lejos de lo que dicen las encuentas, aquí reina un bilingüismo, incluso un multilingüismo, que si yo fuera mal pensado diría que es síntoma de río revuelto, ganancia de pescadores. El de izquierdas se desenvuelve a las mil maravillas en el idioma de la derecha cuando le es de provecho. El nacionalista habla hasta con el diablo con tal de arrimar el ascua al culo de su sardina. La derecha tiene la lengua más dúctil que el chicle, como viene demostrando a la largo de la historia. Todos hablan en todos los idiomas y ya no sabe uno a qué atenerse. Oyes una loa de las energías renovables en el mismo discurso en el que se ensalza a una petrolera, escuchas hablar de las restricciones a la seguridad social para extranjeros en un mitin sobre alianza de civilizaciones, te venden laicismo y en el mismo lote te subvencionan una mezquita, dicen honor donde debieran decir enriquecimiento. Ya me dirán los señores encuestadores si esto no es hablar en varios idiomas.