Existe una "certidumbre absoluta" de que se trata de la tumba de san Pablo. Así se expresó ayer el cardenal Andrea Cordero Lanza di Montezemolo, arcipreste de la basílica de San Pablo Extramuros de Roma, al presentar las excavaciones que han sacado a la luz el sepulcro atribuido al apóstol decapitado en el año 65 y que había quedado sepultado por las reformas del templo. Hasta hoy, según el cardenal, solo existía una certeza basada en la "tradición histórica" ininterrumpida desde que en el año 390 se construyó la basílica, mientras que la seguridad arqueológica "había quedado en suspenso".

De momento no se ha previsto su apertura, que debe autorizar el Papa, como ya sucedió con la de san Pedro. Los análisis con rayos X han sido infructuosos, porque la piedra es demasiado gruesa. Mide 2,55 metros de largo, 1,25 de ancho y 0,97 de alto. Tiene un agujero por el que los peregrinos introducían trozos de tela que tocasen el santo para llevárselos como reliquia. El director de las excavaciones, Giorgio Filippi, dijo que "desde el punto de vista histórico y arqueológico podemos estar seguros de que el 18 de noviembre del 390, le fue indicada a los creyentes como la d san Pablo".