«Creo que María estaba enamorada de José y que era una pareja normal, y lo normal es tener sexo». Lo dijo sor Lucía Caram el domingo en el sofá de Risto Mejide y, tras el revuelo de hábitos causado, la monja se ha visto obligada a pedir disculpas, subrayando, eso sí, que han hecho «una lectura fragmentada, ideológica y perversa de sus palabras».

El obispo de Vic, Romà Casanova, a cuya diócesis pertenece la congregación dominica de Manresa de Caram, puso el grito en el cielo y reprendió a la religiosa. En un comunicado, dice que sus declaraciones «no se ajustan a la fe de la Iglesia, que desde sus inicios establece que María fue siempre virgen». «Esta verdad de la fe fue recogida y proclamada de manera definitiva por el Concilio II de Constantinopla, siendo el primer dogma mariano y compartido por los cristianos católicos y ordodoxos», detalla y lamenta «la confusión que hayan podido crear esas palabras en el pueblo fiel».

La progresista directora de la Fundación Rosa Oriol de ayuda a los desfavorecidos se confesó a Cuatro y habló sin mordaza de cuestiones de la libido y el amor. «Cuesta de creer y de digerir; nos hemos quedado en normas que nos hemos inventado sin llegar al auténtico mensaje», dijo en alusión a la pretendida virginidad de María. De la suya y sus sentimientos de mujer habló asimismo sin reparos. «He renunciado a tener relaciones sexuales, a tener una pareja, pero sigo siendo mujer y amo como mujer. Estuve enamorada de un seminarista que se hizo cura, luego salió y se casó».

Caram defendió el sexo, como «forma de expresar los sentimientos y el amor», y opinó que es una parte constitutiva de todas las personas. «Para la Iglesia era un tema que se consideraba sucio y oculto, pero yo creo que es una bendición».

CARTA DE DISCULPA / En una carta dirigida a Efe, Caram pide disculpas «si alguien se ha sentido ofendido» por sus declaraciones y ratifica su «fidelidad y amor a la Iglesia y al Evangelio». «Quise manifestar que no me escandalizaría si María hubiera tenido una relación de pareja con José, su esposo, y creo que todo esto entra dentro del misterio, del depósito de la fe (...) Todos somos un misterio y la fe también tiene los suyos. En todo caso, no quiero ni romper la comunión con nadie y menos con la Iglesia, que es mi casa», detalla en la nota.