Cuentan los vecinos que la iglesia de la Resurrección de Cristo, construida hace 200 años en la aldea rusa de Komarovo (unos 300 kilómetros al nordeste de Moscú), estaba intacta el pasado mes de julio. A finales de octubre, y sin que mediaran obras de demolición, el histórico edificio de dos plantas había desaparecido casi por completo. Como la ominosa Casa Usher de Edgar Allan Poe. Apenas quedaban los cimientos y los restos de alguna pared. El expediente X fue denunciado por los responsables de la iglesia ortodoxa local, para quienes el fenómeno tiene, pese a su extraña apariencia, una explicación bien racional: uno o varios ladrones han robado el templo. Ladrillo a ladrillo.

Fue erigida en 1809. Después de la revolución de octubre, perdió su condición de lugar de culto y se convirtió en una escuela para niños discapacitados. Hace una década, fue devuelta a la Iglesia ortodoxa, pero desde entonces permanecía cerrado. Un portavoz de la diócesis de Ivanovo-Voznesenskaya señaló, sin embargo, que se estaba considerando la posibilidad de restablecer en breve el servicio religioso en el viejo templo. Ahora va a resultar un poco difícil.

En representación de la iglesia local, el padre Vitaly --los clérigos ortodoxos rusos utilizan solo un nombre-- anunció que ya se ha enviado un escrito a la fiscalía de la región para denunciar el insólito robo. "Confiamos en que la investigación aclarará quién ha sido el responsable", señaló. El religioso comentó que las primeras pesquisas parecen apuntar a un grupo de vecinos de Komarovo que, al parecer, han vendido últimamente grandes cantidades de ladrillos a un hombre de negocios de la localidad. "Esto es una blasfemia", dictaminó el clérigo, quien añadió que espera que los responsables "se den cuenta de que han cometido un grave pecado".

EN UN LUGAR APARTADO Pero, ¿es posible que nadie se diera cuenta de lo que estaba sucediendo? Lo es. Komarovo es una aldea rural en la que la población vive muy dispersa. La iglesia de la Resurrección de Cristo, o lo que queda de ella, está bastante apartada de cualquier lugar de paso y solo recibía las visitas muy esporádicas de algunos religiosos de la diócesis.

"No es un caso aislado --recordó el padre Vitaly--. En muchos pueblos, numerosos lugares de interés histórico están siendo desmantelados. Se está robando a la gente su patrimonio cultural sin que nadie haga nada para evitarlo". El botín más buscado son los iconos.