Los servicios de emergencia continúan hoy su búsqueda de supervivientes tras el paso del huracán "Ike" por Texas, que dejó al menos 30 muertos en ocho estados de Estados Unidos y paralizó parte de las refinerías del golfo de México.

Dos días después de que el ojo del huracán impactara en la ciudad de Galveston, en Texas, las patrullas de rescate trabajan contrarreloj para salvar vidas y llevar alimentos y agua a los miles de hogares que todavía no han recuperado la energía eléctrica.

El problema se ha visto agravado porque se calcula que más de 20.000 personas hicieron caso omiso al aviso de evacuación previa y se quedaron atrapadas en sus casas.

Hasta el momento ya han sido rescatadas cerca de 2.000 personas, según la oficina del gobernador de Texas, Rick Perry, en lo que se ha descrito como la mayor operación de búsqueda y asistencia de la historia de ese estado.

Perry pidió prudencia a la población y señaló que podrían pasar semanas antes de que los habitantes de Galvestón puedan volver a sus casas. Todavía hoy 37.000 personas permanecen en los 248 refugios que el Gobierno puso a disposición de la población.

De los 30 muertos, cinco corresponden a Galveston, una pequeña ciudad de vacaciones ubicada en una isla situada entre una laguna y el golfo de México y que ha quedado totalmente cubierta de agua.

Entre ellas, un hombre de 72 años murió en su vehículo cuando intentaba salir de la isla. En la localidad de Pnehurst murió una mujer cuando un árbol cayó sobre su casa, y un niño de cuatro años lo hizo en Houston por inhalar el monóxido de carbono de un generador de corriente que estaba utilizando su familia.

En Luisiana, un joven de 16 años murió al quedar atrapado en la creciente de una inundación y otras cinco personas fallecieron en diferentes circunstancias relacionadas con la tormenta.

El resto de fallecidos se han producido tierra adentro en los estados por los que ha pasado la tormenta, que hoy llegó a Nueva York. El "Ike", que tocó tierra el sábado dejando fuertes lluvias y vientos de hasta 200 kilómetros por hora, ha arrancado tejados, derribado árboles, postes del tendido eléctrico y ha causado numerosas inundaciones a su paso por Texas.

En Houston, la cuarta ciudad de Estados Unidos, dos millones de personas permanece sin luz y la ciudad está bajo el estado de excepción debido al peligro que suponen las líneas de alta tensión caídas y el caos circulatorio por la falta de semáforos.

Además, los cascotes y los cristales rotos de los rascacielos dan a la ciudad un aspecto fantasmagórico. El alcalde de Houston, Bill White, convocó hoy a todos los funcionarios para que se sumen cuanto antes a las labores de limpieza y recuperación.

El impacto del huracán también se ha dejado notar en el mercado financiero y en el precio del petróleo, una materia prima que se ha resentido en los últimos días.

Los coches se amontonan en las gasolineras para llenar los depósitos y hacer acopio de algo de combustible, aunque la falta de electricidad impide que las estaciones de servicio funcionen con normalidad.

El presidente de EEUU, George W. Bush, advirtió hoy de que el paso del huracán "Ike" por Texas se dejará notar en los precios de los combustibles, aunque insistió en que su Gobierno hará todo lo posible para impedir que las gasolineras aprovechen la situación e inflen artificialmente los precios.

El huracán obligó a cerrar quince refinerías en el golfo de México, donde se concentra el 22 por ciento de la capacidad de refino estadounidense.

Se trata de la peor interrupción del suministro desde hace tres años, cuando el paso del huracán "Rita" por Texas también obligó a parar los trabajos de las refinerías.

En declaraciones anteriores, Bush había anunciado la suspensión de algunas de las condiciones de la Agencia para la Protección Medioambiental para permitir la importación de gasolina de terceros países y hacer frente a las posibles interrupciones de suministro.

El presidente estadounidense tiene previsto desplazarse a la zona afectada mañana para supervisar las tareas de reconstrucción.