La Impudicia, la Ignominia y la Inmundicia --que eran unas cachondas mentales-- decidieron salir de copas una de estas noches de verano. "¡Vayamos de discotecas a quemar la madrugada!", dijo la Ignominia lanzando un grito.

--Vale, dijo la Impudicia, pero vayamos desnudas y robémosles los novios y novias a todas.

La Inmundicia no estaba muy de acuerdo. Aquello era un plan fácil, pero no conllevaba ningún detritus en el que rebozarse. Y la porquería era su hábitat natural.

--Propongo que, además, firmemos un contrato para contarlo todo en la televisión. Hagámoslo por partes y asignemos a cada una una cadena. Fingiremos que estamos peleadas entre todas e insinuemos un conflicto lésbico como causante de nuestra trifulca-- comentó la Inmundicia.

La Ignominia seguía con dudas. Y por eso decidió consultar con la Molicie. Pero tenía el móvil apagado. Estaba cansada desde la última vez que salió, hace ya unos años.

A la Estulticia consideraron que no hacía falta llamarla. Nunca había dado buenos consejos. La Impudicia entonces lo tuvo claro:

--Robemos descaradamente. Metámonos en todas las camas de todos los matrimonios habidas y por haber. Y para redondear la faena quitémosle la pasta a los contribuyentes más humildes.

La Ignominia y la Inmundicia empezaron a frotarse las manos mirándose con lascivia. "¿Por dónde empezamos?", preguntaron.

--Vayamos a Marbella.

Y ahí empezó todo. Refrán: Los ladrones con corbata son los que dan más la lata .