La muerte de 31 reclusos por un incendio intencionado en un penal de la capital de la provincia de Santiago del Estero, a 1.150 kilómetros al noroeste de Buenos Aires, ha sido confirmada esta madrugada por fuentes oficiales. El ministro de Justicia de la provincia, Ricardo Daives, informó de que habían muerto 29 internos, en momentos en que portavoces sanitarios del distrito indicaron que otras dos personas fallecieron por quemaduras tras un motín.

Fuentes penitenciarias aseguraron que el incendio se produjo de manera intencionada en uno de los pabellones de la Cárcel de Hombres de Santiago del Estero, tras un frustrado intento de fuga de algunos internos. Las autoridades del penal ordenaron el corte del suministro eléctrico y de agua en todo el penal, medida que se mantenía en las primeras horas del lunes, mientras que en los alrededores del penal cientos de familiares de los presos reclamaban información sobre las víctimas.

"Se trató de un motín con un intento de fuga que se originó en el pabellón 2, donde había 42 internos procesados", afirmó Rodolfo Camaño, director del penal, quien aseguró que ninguno de ellos logró fugarse. El incendio se originó cerca de las siete de la tarde del domingo, cuando presos de dos pabellones del penal situado a escasa distancia del centro de la capital provincial quemaron colchones dentro de las celdas como medida de protesta.

Los celadores intentaron desalojar los pabellones, pero se encontraron con la resistencia de los internos que reclamaban celeridad en sus causas y mejores condiciones de detención. El fuego se propagó a pabellones cuyos internos no se adherían en la protesta aunque varios de ellos sufrieron principio de asfixia. La contención de los familiares de los reclusos, reunidos en los alrededores del penal, estuvo a cargo de la Secretaría de Derechos Humanos del Obispado de Santiago del Estero.

El sacerdote Sergio Lamberti, director de esa Secretaría, intentó desde el exterior del penal, a través de un megáfono, vincular a los representantes de los reclusos con sus familiares. El cura se situó sobre uno de los muros de la cárcel y, con su megáfono, reprodujo los nombres de los presos que les dieron los familiares. Los reclusos que aún estaban en los pabellones afectados por el incendio respondían si sus compañeros estaban muertos, heridos o habían sido trasladados. No obstante, se produjeron choques entre los familiares de los presos y la policía, que intentó neutralizar a los más exaltados con disparos de balas de goma. Personal sanitario trasladó a centros asistenciales a unos ocho familiares de las víctimas aquejados por crisis nerviosas cuando se enteraron de que estas habían muerto.