El caso del periodista británico Ray Gosling, que ha confesado que asfixió con una almohada a su novio aquejado de sida en una fase terminal, vuelve a poner de actualidad el debate sobre la eutanasia y los límites entre el derecho a morir dignamente y el homicidio. Destacados juristas apuntan que este acto está castigado en España con entre un año y medio y seis años de cárcel, según los posibles atenuantes, y que "difícilmente eludiría la prisión".

Los partidos de izquierda y las asociaciones proeutanasia han pedido reiteradamente al Ejecutivo la despenalización de esta trágica situación, pero el Gobierno se ha negado con el argumento de que antes hay que asegurar que todos los enfermos reciban los cuidados paliativos que deseen. Para ello, ha promovido la creación de un registro de últimas voluntades.

En España la palabra eutanasia no aparece en ningún texto legal, pero el artículo 143 del Código Penal tipifica como delito la cooperación activa en la muerte. La clave para diferenciar esta especie de suicidio asistido y un homicidio es que la víctima sufra una enfermedad incurable y manifieste previamente su deseo de morir. El periodista de la BBC acordó con su pareja que haría lo posible para evitar su sufrimiento si su salud se convertía en muy grave o le causaba intensos dolores; por eso se le aplicaría el artículo 143, según tanto el portavoz de Jueces para la Democracia, Miguel Angel Gimeno, como el abogado penalista Pablo Hernando.

En opinión de los médicos, las leyes están para proteger a los vulnerables. El secretario de la comisión de deontología del Consejo General de Colegios de Médicos, Jacinto Bátiz, considera que "quitarle la vida a alguien no resuelve ningún problema".

Las asociaciones defensoras del derecho a morir dignamente consideran que la manera en que Gosling quitó la vida a su novio fue un método "poco correcto", "chapucero" y "una brutalidad".