El día en que se podrá descargar de internet un cuerpo humano virtual y ensayar en él los tratamientos médicos antes de experimentarlos en auténticos pacientes no está tan lejos. El pasado febrero, 100 investigadores firmaron un documento, la Declaración de Tokio, para desarrollar en un plazo de 30 años un programa informático capaz de simular todo el organismo humano. En un tratamiento contra el cáncer de mama, por poner un ejemplo, los organismos virtuales podrían prever con antelación el surgimiento de posibles efectos secundarios en otras partes del cuerpo. Además, podrían ser útiles para estudiar enfermedades multifactoriales, que no tienen una causa localizada en un punto concreto, como es el caso de muchos cánceres. Finalmente se podrían simular en un organismo virtual alteraciones a nivel genético o proteico de individuos concretos para hacer medicina personalizada.

CELULAS Y ORGANOS "Ya se puede simular el comportamiento de células y órganos, pero todavía falta mucho para poder enlazar estos modelos en una estructura única", explica Marta Cascante Serratosa, catedrática y miembro del Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona (UB), única representante española entre los firmantes de la Declaración de Tokio. Actualmente se están diseñando células virtuales de organismos sencillos, como la bacteria E. Coli o la levadura, que son prácticamente idénticos a los reales. "Con ellos se puede hacer de todo --explica Cascante--: por ejemplo, modificar genes o quitar proteínas y estudiar cómo reaccionan".

La situación no está tan avanzada por lo que se refiere a los órganos. "Con los modelos del corazón se logran reproducir al ordenador fenómenos mecánicos o eléctricos, como las arritmias --prosigue la profesora, que también participa en la Red de Referencia en Química Teórica y Computacional (XRQTC) de la Generalitat--. Sin embargo, es necesario reproducir los procesos moleculares y metabólicos. En cierto sentido, la meta es reconstruir el órgano molécula por molécula".

EMPEZARON EN ALEMANIA Algunos países se han tomado muy en serio este objetivo. Por ejemplo, hace cinco años, los alemanes decidieron centrarse en la modelización del hígado. "España necesita hacer más esfuerzos --explica Cascante--, sobre todo porque no hay tantos recursos en medicina traslacional como en otros países". El cuerpo humano virtual se alcanzará solo con un esfuerzo internacional. "El programa informático se podrá descargar, utilizar y mejorar por parte de cualquier miembro de la comunidad científica. Por eso, tendría que ser en buena parte abierto y sin patentes".

La comunidad científica ya se está equipando con instrumentos para cooperar. Varios congresos han planteado soluciones para estandarizar los datos experimentales sobre los aspectos más diversos del cuerpo humano (desde la anatomía hasta la bioquímica molecular), de manera que todos los científicos los puedan utilizar para desarrollar sus modelos. "Asimismo, hemos establecido un formato informático común para que los programas desarrollados en distintos centros de investigación se puedan entender entre ellos".

"Quizá 30 años es un fin demasiado optimista y habría que hablar de unos 50", dice Hiroaki Kitano, presidente de la Sociedad Internacional de Biología de los Sistemas e impulsor de la Declaración de Tokio. "O quizá no: el conocimiento crece muy rápido. Por ejemplo, ¿quién imaginaba hace 30 años que íbamos a tener internet?". Además, agrega, sin lanzar un reto concreto es difícil conseguir éxitos y financiación. Y concluye: "El cuerpo virtual nos podría curar a nosotros mismos cuando seamos mayores: ¡esto anima a trabajar!".