Los inmigrantes no confían en la banca, los servicios postales o en las empresas de envío de dinero, hasta el punto de que uno de cada cinco prefiere entregar un sobre con dinero para sus familiares a un conductor de autobús desconocido que hacer un ingreso en una entidad. Un estudio dirigido por el economista Iñigo Moré, presentado ayer, revela que un 20% de las remesas que salen fuera de las fronteras españolas lo hace por medio de 17 mecanismos informales.

Los procedentes de Europa del Este y los que habitan en grandes ciudades son los mayores usuarios del autobús, según el autor, que cuantificó los envíos informales en 1.600 millones de euros, mientras que los formales alcanzaron los 8.135 millones. Aunque la crisis y el azote del paro frenó sus ahorros a finales del 2007, los envíos se recuperaron en el último trimestre del 2009, según la secretaria de Estado de Inmigración, Consuelo Rumí.

Moré alertó de que, para los inmigrantes, las remesas informales son la forma más peligrosa de "no integración" porque "abdican de sus derechos como consumidores y se ponen en manos de mafias financieras". "Se arriesgan --advirtió-- a perder el dinero, pero también se automarginan y carecen de un historial financiero que en el futuro les permitiría lograr un crédito".

Los venezolanos son los que más las usan, en el 70% de sus envíos, seguidos por los ucranianos que las emplean la mitad de las veces. Por el volumen de fondos, la cuantía más importante de los envíos informales se destina a Marruecos, seguido de Rumanía, Portugal y Brasil.

Otra cuestión son las comisiones. Enviar dinero por cauces financieros a Ecuador tiene un coste medio del 5,7%, a Colombia del 5,8% y a Bolivia del 5,9%, mientras que para Rumanía la comisión es del 6,8% y del 7,1% en el caso de Marruecos.