¿Saben qué es lo que más llama la atención a unas jóvenes americanas de intercambio en Plasencia? Los pinchos. "El que te pidas una coca cola y te pongan un pincho gratis les ha sorprendido mucho", comenta su anfitriona, la joven placentina de 18 años Charo Sáinz de Vicuña. Y es que España y el español que han conocido Ashley Tucker y Megan Hanrahan --de 18 y 19 años respectivamente-- en EEUU no tiene nada que ver con lo que se han encontrado en Extremadura.

Pese que, a diferencia de los que sucede en nuestros institutos, ambas han recibido en el suyo de Richmond clases de Geometría, Historia Mundial, Educación Física o Algebra en español, curiosamente, el español que aprenden es con acento mejicano. "Como allí hay muchos mejicanos y portorriqueños, los profesores enseñan español con ese acento, aunque hayan nacido en Londres", comenta Charo. Por eso, tanto Ashley como Megan se sorprendieron del acento extremeño la primera vez que pisaron Plasencia.

Eso fue hace dos años, entonces viajaron también a Cáceres, Mérida o Hervás y la experiencia les gustó tanto que han repetido, pero esta vez como dos amigas que visitan a otra extremeña. "Esto es muy diferente a Virginia, los edificios son distintos, la gente es muy amable y en Virginia no se puede caminar, hay que ir en coche a todas partes", comenta Ashley. Megan por su parte insiste en que lo que más le gusta de nuestro país son "los pinchos e ir a los cafés".

Hace dos años, participaron en un intercambio organizado por English College y mientras Ashley fue a casa de Charo, Megan estuvo con su vecina. Ellas y otros jóvenes de intercambio participaron en muchas actividades juntos, de ahí que surgiera una amistad que se ha afianzado. De hecho, Charo estuvo en casa de Ashely también de intercambio y ahora avisa: "El año que viene me toca a mi viajar a EEUU, quiero volver".

Confiesa que participar en un intercambio es como una cita a ciegas porque "por mucho que leas una ficha en la que aparecen los gustos y aficiones de quienes participan, no sabes si vas a ser compatible con esa persona o no, pero yo he tenido mucha suerte". Por eso, no duda en recomendar a quien quiera aprender verdaderamente un idioma que participe en intercambios porque "es muy buena experiencia, te ayuda a practicar y si no te vas al extranjero, no aprendes un idioma".

Así, lo que empezó como una experiencia para practicar idiomas se ha convertido en una amistad --la han mantenido estos años gracias a internet-- y también en un intercambio cultural. Ashley y Megan han regalado a la familia de Charo cacahuetes típicos de Richmond, caramelos o mermelada, mientras que de Extremadura, se han llevado otros dos objetos que les han sorprendido mucho: "Abanicos y alpargatas".