La breve tregua que ayer concedió el temporal de viento, nieve, lluvia y, sobre todo, mala mar, permitió a la Dirección General de Protecció Civil recapitular y hacer un ejercicio de autocrítica. Josep Ramon Mora, director general de este departamento adscrito a la Consejería de Interior, reconoció que la violencia del temporal de levante que ha destrozado las playas de la mitad norte de Cataluña estuvo en verdad por encima de la previsiones que se hicieron antes de Sant Esteve. Los llamamientos a la prudencia de la población se redoblaron ayer, ya que el mal tiempo solo concedió un paréntesis. De lo que resta del 2008, Cataluña solo puede esperar más nieve, más viento, más lluvia y, tal vez, no tanta mala mar.

"Teníamos muy clara la virulencia que iba a tener el temporal en cuanto a las nevadas, pero quizá no teníamos tan bien determinada la previsión de cómo iba a ser el temporal marítimo", comenta. Y reconoce: "Sí preveíamos mar brava, pero no con la violencia que finalmente tuvo. Era imposible saberlo".

OPERACION RETORNO En su preparación para el temporal, Protecció Civil se concentró en estar lista para hacer frente al temporal de nieve y no tanto para el marítimo. "Sabíamos que iba a ser un temporal muy complicado y nos preparamos para ello, pero sobre todo para minimizar el impacto de las nevadas que es lo que más suele afectar a los ciudadanos, sobre todo por sus consecuencias en la red viaria, especialmente en un fin de semana con una operación retorno", explica Mora.

No ha sido el sufrido un temporal cualquiera. Que las olas arrastraran e hirieran a cinco personas que se hallaban en el interior de un restaurante ya es un buen ejemplo de lo insólito de lo acontecido estos días entre Barcelona y el Alt Empordà.

No obstante, otra consecuencia inesperada del temporal ilustra aún mejor lo excepcional del episodio meteorológico en el que Cataluña se halla aún inmersa: tan fuerte fue el oleaje que sacó a los peces del mar y, así, en pueblos costeros que ayer comenzaban a evaluar las pérdidas, pudieron al menos llevarse a la cazuela rapes y otras especies que amanecieron sobre las rocas y la arena de lo que quedaba de sus playas. En Barcelona, una cría de delfín yacía muerta ayer, casi metafóricamente, ante la sede salvamento.

Pese a una ligera mejora en el tiempo, el puerto de Barcelona seguía "en alerta máxima", según explicaron fuentes de la autoridad portuaria. Algunos navíos han sido trasladados a muelles más protegidos, se ha cerrado la bocana norte y los barcos solo pueden entrar por la bocana sur. Y con cuentagotas. De hecho, el sábado varios barcos que pretendían entrar en puerto fueron desplazados.

Miles de personas se acercaron a las playas a curiosear el paisaje después de la tempestad. Una curiosidad peligrosa, pues las colocaba en primera línea de un mar todavía embravecido. Eso, y un nuevo empeoramiento del tiempo previsto para hoy y mañana, llevó al consejero de Interior, Joan Saura, a pedir que solo se use el coche en casos de necesidad y que no vayan al litoral.