La mayor central maremotriz del mundo, formada por dos turbinas submarinas con unas robustas aspas de más de ocho metros de largo, ha empezado el periodo de pruebas en un fiordo de Irlanda del Norte y en menos de dos meses quedará conectada a la red eléctrica. Aunque el parque marino SeaGen no es más que un prototipo para evaluar la resistencia y la rentabilidad del sistema, las turbinas suministrarán de forma inagotable y limpia la energía que consumen unos 1.000 hogares. La central es una iniciativa de Marine Current Turbines (MCT), una modesta empresa que ya opera otra central maremotriz, aunque el Gobierno británico la subvenciona con 5,3 millones de euros, la mitad del coste total.

SeaGen se encuentra en la entrada del lago Strangford (Strangford Lough). La zona, alejada unos 400 metros de tierra firme, tiene una profundidad de 25 metros, aunque las turbinas se han anclado siete más por debajo del lecho marino para evitar molestas vibraciones. El funcionamiento es similar al de cualquier turbina hidráulica, es decir, las aspas submarinas giran ante el empuje del agua, en este caso las mareas del fiordo.

MOVIMIENTO LENTO Las mareas no son saltos de agua, por lo que la velocidad que alcanzan es muy lenta, del orden de 15 revoluciones por minuto. Esta cadencia puede ser muy buena para evitar problemas con los cetáceos y las focas, como temían los ecologistas, pero desde el punto de vista de la rentabilidad ha obligado a diseñar a lo grande. Para compensar, uno de los atractivos de las plantas maremotrices es que, a diferencia de lo que sucede con el viento y los molinos eólicos, el movimiento de las mareas puede predecirse con exactitud. En el caso de Strangford, podrá obtener energía 18 horas diarias, dice la MCT.

En cualquier caso, el proyecto es más una apuesta de futuro que una estructura rentable. "Las turbinas de Strangford producen lo mismo, 0,6 megavatios cada una, que un único aerogenerador eólico", explica Carlos Soler, ingeniero del Gobierno de Canarias. En cualquier caso, ahora el verdadero problema será lograr beneficios: la primera gran planta de este tipo, inaugurada en 1966 en La Rance (Francia), nunca ha obtenido la energía que de ella se esperaba.