El turismo de la guerra está de moda. En Bélgica, el museo de la batalla de Waterloo es visita ineludible. Un poco más al sur, en Bastogne, diversos museos de la batalla de las Ardenas atraen a un turismo bélico cada vez más numeroso. En los pueblos de Normandía y norte de Francia, en el centro de las plazas y las rotondas se levantan más tanques y aviones que fuentes o esculturas. Alrededor de Caen, los bunkers de la batalla de Normandía, los memoriales visitables previo pago y los cementerios de soldados se han convertido en el principal reclamo.

Extremadura tiene un pasado bélico muy rico. Abundan los campos de batalla, las fortalezas asediadas, las leyendas y los testimonios de heroicidades, pero el turismo bélico está poco explotado en la región. Sólo la conmemoración de la batalla de La Albuera en mayo, un avión en una rotonda de Castuera o el cementerio de soldados alemanes de Yuste, que utilizan los skins para sus ritos, se asemejan a las evocaciones guerreras que venden los patronatos turísticos de otros lugares

En la editorial Laertes se ha publicado un libro titulado Itinerarios de la Guerra Civil española . Está escrito por Eladi Romero, cuesta 29.75 euros y es una guía turistica que enseña cómo ir a Belchite, la mejor manera de conocer sobre el terreno la batalla del Ebro o las rutas de Queipo de Llano por Sevilla. El libro señala Badajoz como un destino ineludible para cualquier turista que quiera sobrecogerse visitando los lugares del fratricidio.

LA ALBUERA Hacer turismo con la Guerra Civil como pretexto parece inquietante, pero al igual que la conmemoración de la batalla de La Albuera es un éxito, existen otros puntos de la geografía extremeña que bien podrían incorporarse a una guía de itinerarios histórico-bélicos que completara las rutas artísticas, gastronómicas o de la naturaleza.

La ruta podría comenzar en Casar de Cáceres, con más tintes legendarios que históricos, pues algún escritor hay que sitúa en este pueblo cacereño el campamento donde los lusitanos Auras, Ditalkon y Minuros fueron convencidos por los romanos para matar a Viriato, su caudillo, y recibieron después la famosa respuesta: "Roma no paga a traidores".

Los libros de historia hablan poco de ello, pero si la batalla de Normandía decidió la II Guerra Mundial, las batallas de Extremadura decidieron la Reconquista. Fue aquí donde el empeño de reyes cristianos y musulmanes fue mayor, donde las campañas bélicas resultaron más empecinadas y donde tierras, alcazabas y castillos pasaron de manos árabes a manos leonesas alternativamente durante 200 años. Al caer Extremadura del lado cristiano en el siglo XIII, la guerra se decantó y el poder islámico quedó reducido a una zona de Andalucía hasta 1492.

Testimonios de esta contienda son los campos de Zalaca o Sagrajas, 17 kilómetros al norte de Badajoz, donde se libró una cruel batalla en 1086 que casi acaba con la vida del rey cristiano Alfonso VI. El monarca, derrotado y apuñalado en un muslo, escapó entre las nieblas del amanecer de aquel 23 de octubre.

Cuenta Antonio Rubio Rojas en su resumen de historia cacereña que el rey, tras contemplar desde una loma cómo los musulmanes devastaban e incendiaban su campamento, huyó camino de Coria y, sediento al cruzar los campos de Cáceres, hubo de beber vino, lo que le provocó un fulminante desmayo. Con esta historia, los franceses te montan tres memoriales, dos museos, un espectacle de musique et lumi¨re y un parque temático.

La lista de destinos turísticos bélicos de Extremadura es inabarcable, como demuestra el libro regalado por la Junta a don Felipe y doña Letizia con motivo de sus esponsales: una recopilación de planos de la guerra y la frontera en la Raya realizada a partir del Archivo Militar de Estocolmo. De las guerras con Portugal nos ha quedado una ruta fascinante que pasa por el castillo de Alconchel, entregado cobardemente a los lusos, Olivenza y Ponte Ajuda, el castillo de Alburquerque, considerada la fortaleza española más difícil de conquistar junto con el castillo de Pamplona, la batalla de Montijo, etc..

El itinerario bélico extremeño se completaría con las hazañas de la Guerra de Independencia: la batalla de Arroyomolinos de Montánchez, donde los españoles y los ingleses del general Hill desarbolaron a los franceses, los sitios de Badajoz, mucho más espectaculares que los famosos de Zaragoza o Gerona, o la semidestrucción del puente de Alcántara. Extremadura, en fin, es una potencia europea del turismo bélico a la altura de Normandía o las Ardenas, pero no nos habíamos dado cuenta.