Dejar la corbata en el armario para poder así, con una vestimenta más informal, subir la temperatura en el lugar de trabajo y ahorrar con ello energía es una solución aún muy nueva en España (se estrenó tímidamente en el 2007 y ha cogido vuelo esta semana por la decisión de un ministro de predicar con el ejemplo). Pero en Japón, con solo cuatro años de historia, es ya una sólida tradición. Este es el cuarto verano en el que los japoneses, bajo el paraguas de una campaña conocida como cool bizz (en traducción libre, negocios a la última moda), trabajan en mangas de camisa y con los termostatos de las oficinas a 28 grados, según la recomendación oficial.

El padre del cool bizz fue, en el verano del 2005, el Ministerio de Medio Ambiente. Pretendía poner así un pequeño grano de arena a los compromisos medioambientales del protocolo de Kioto, pero la iniciativa adquirió pronto fama internacional por el respaldo personal que le brindó el entonces primer ministro Junichiro Koizumi, político de magnético carisma, al que de inmediato comenzaron a imitar sus compatriotas. De hasta qué punto Koizumi sentó las bases de una tradición da fe el hecho de que sus dos sucesores en el cargo, Shinzo Abe, primero, y el actual primer ministro, Yasuo Fukuda, han mantenido la medida.

Al parecer, una de las claves del éxito fue la inteligencia de Koizumi de dirigirse a las mujeres y presentarlas como víctimas de la corbata. "Las mujeres no llevan corbata y en general visten de forma más ligera que los hombres. Muchas tienen que pensar muy bien cada día qué se van a poner para no coger un resfriado en el tren o en el lugar de trabajo", explicó. Así, ya el primer verano más de un tercio de las oficinas japonesas ajustaron sus termostatos a una temperatura superior a la habitual. Se calcula que con ello se redujeron, durante el verano del 2005, en casi medio millón de toneladas las emisiones de CO2.