TMte pilló en una cafetería la confesión de Esperanza Aguirre de que se las ve y se las desea para llegar a fin de mes y casi me trago la cucharilla del café; pero, a la camarera italiana que me atendía, le afectó de tal modo que intentó cortarse las venas con el filo del abridor. Horas después quiso desmentir tal declaración, pero Virginia Drake , que es la autora de la biografía de la presidenta, asegura que ha volcado en el libro sólo palabras textuales de la protagonista. Uno no sabe a qué atenerse, aunque lo cierto es que nos tienen acostumbrados a pensar lo peor y acertar. Ya ha escrito alguien por ahí que "en política, cuanto peor, mejor", frase tan certera que, como todo axioma en negativo, acabará convirtiéndose en adagio. Recuerdo un proverbio antiguo que decía que quien compra un jardín, comerá pájaros, pero a quien compra muchos jardines se lo comerán los pájaros. Eso debió funcionar en el mundo antiguo. Hoy, quien compra un jardín, vende los pájaros y se compra más jardines y, cuando ya tiene muchos jardines, se hace presidente de cualquier cosa y sigue trapicheando con jardines y pájaros. Y no por amor al suelo o a los pájaros ni tan siquiera a las personas, sólo por amor ciego al dinero. Dios y el dinero son herencias de nuestros antepasados que nos tienen cogidos por las pelotas y no nos dejan respirar. Y es ese convencimiento de que el dinero les ciega lo que nos hace dudar de la presidenta. Porque hay que estar muy ciega para no darse cuenta de que el más sencillo de sus modelitos de marca ha costado más que el salario de esta camarera que me atiende y que malvive junto a otros cuatro chicos en un piso sin jardín, sin pájaros y sin biografía.