El fracaso de la conferencia de Copenhague se ha llevado por delante al moderado y emotivo Yvo de Boer, el diplomático holandés que durante cuatro años ha pilotado las conversaciones internacionales sobre el cambio climático. De Boer, máximo jefe del cuestionado sistema de negociación amparado por las Naciones Unidas, anunció ayer que dejaba el cargo para trabajar en el sector privado y el mundo universitario. Para unos ha sido un cabeza de turco; para otros, una víctima de su inutilidad.

De Boer era desde agosto del 2006 el secretario ejecutivo de la Convención de la ONU sobre Cambio Climático (UNFCCC), el organismo que coordina las negociaciones para limitar la emisión de gases responsables del efecto invernadero. Como subrayó un comunicado emitido por la UNFCCC, De Boer dejará el cargo el 1 de julio, por lo que no acudirá en noviembre a la conferencia de México, la última oportunidad para lograr un acuerdo satisfactorio en el plazo impuesto por el protocolo de Kioto de 1997.

El mandato de De Boer expiraba el próximo septiembre, pero la propia UNFCCC recordó en fechas recientes que su secretario ejecutivo no tenía intención de abandonar el puesto y esperaba poder conseguir un nuevo mandato. Algo ha cambiado.

EL PROBLEMA DEL BLOQUEO Las negociaciones climáticas siempre habían sido lentas y farragosas, pero el fracaso de Copenhague evidenció un problema mucho más profundo: posiblemente, como destacaron numerosos analistas, lo que falla es justo el sistema de negociación impulsado por la ONU. Todos los países valen lo mismo a la hora de votar. Todos pueden bloquear.

De Boer, prosigue el comunicado oficial, se unirá a la consultora alemana KPMG y trabajará con varias universidades. "Ha sido una decisión difícil --declara el diplomático--, pero ha llegado el momento de que acepte nuevos retos trabajando sobre el clima y el desarrollo sostenible en el sector privado y académico".

En cuanto a la decepción danesa, el diplomático insiste: "Copenhague no alcanzó un acuerdo claro en términos legales, pero el compromiso político para lograr un mundo con bajas emisiones fue abrumador". No convenció a todos. De hecho, la propia ONU tuvo que salir al paso ayer para desmentir supuestas presiones. "La decisión se debe estrictamente a su futuro personal y profesional", explicó el diplomático Janos Paztor.

En cualquier caso, está claro que De Boer no salió muy reforzado de la capital danesa. Lo único que se salvó de la quema en Copenhague, la citada declaración política, se logró gracias a la intervención del presidente de EEUU, Barack Obama, en reuniones al margen de la convención. No le debió de sentar bien.