LUGAR Y FECHA DE NACIMIENTO 1947, NUEVA ORLEANS

FORMACION UNIVERSIDADES DE YALE (EEUU) Y OXFORD (REINO UNIDO), EXPERTO EN THOMAS MANN

TRAYECTORIA DIRECTOR DE ´THE TIMES-PICAYUNE´ EN 1990. EN 1997 FUE NOMBRADO ´DIRECTOR DEL AÑO´ Y EL DIARIO GANO DOS PREMIOS PULITZER

El despacho de Jim Amoss, en la redacción a la que ya han podido regresar, es una buena carta de presentación. Entre los libros, hay uno de ética periodística, un manual de estilo de The New York Times , un diccionario de francés y unas páginas amarillas. Al lado, imágenes de su familia. En una pared, seis fotos de Nueva Orleans. En la de enfrente, seis portadas de periódicos. En la pared de cristal que le une a la redacción, un mapa de Irak y de Oriente Medio casi invisible en una esquina, como las noticias del resto del país y del mundo no relacionadas con el Katrina estos días en The Times-Picayune . En la cuarta pared, las ventanas llevan a la autopista que fue su punto de escape el 30 de agosto, cuando las aguas inundaron la ciudad y el periódico decidió evacuar. No dejó, eso sí, de publicarse ni un solo día.

--¿Qué recuerdo tiene de aquellas horas?

--Luchaba contra el pánico porque es antinatural dejar tu edificio, tu imprenta y tu ciudad atrás. Sentí pánico y sentí que tenía que mantener la calma. Algunos me preguntaban ¿dónde vamos? No tenía respuestas y es una sensación extraña dirigir a 200 personas cuando no estás seguro. Fue la primera vez en mi carrera en que no tenía ninguna respuesta.

--¿Con la primera edición en internet, qué sintió?

--Es sorprendente lo adaptable que es el ser humano. Para el segundo día ya era todo más cómodo, teníamos rutinas. Fue emocionante porque todos teníamos mucha energía y supimos inmediatamente que iba a ser la historia más grande de nuestras vidas y teníamos que responder a la ocasión. Al mismo tiempo, muchos sabíamos que nuestras casas habían desaparecido o no sabíamos qué había pasado en algunos casos a nuestras familias. Ayudaba tener un objetivo periodístico, pensar en la edición del día siguiente, para olvidar lo personal. Una buena terapia.

--¿Qué pensó cuando vio lo que sucedía a Nueva Orleans?

--Es mi ciudad, nací aquí, no me puedo imaginar en ningún otro sitio. Verla devastada fue terrible. Ver a la gente, especialmente la gente pobre, expulsada de sus casas, por el agua, con los niños... Casi no lo podías digerir. Era tercermundista.

--¿Mantuvo la objetividad?

--La emoción y la pasión pueden ser combustible para el periodismo. Si te importa un sitio y ves ocurrir algo como esto, no pierdes tu capacidad de ser observador; es más, te haces mejor. Nunca me preocupó perder la objetividad. ¿Cómo puedes ser objetivo sobre la destrucción de la ciudad? ¿Cuál es la otra cara de la moneda? Tienes que ser observador apasionado y ajustado a la realidad.

--¿Lo ocurrido refuerza el valor de la información local?

--Refuerza no sólo la importancia de las noticias locales sino también la noción de que hay cosas que sólo un diario puede hacer. Refuerza también la misión de servicio público de los periódicos, que ha sido objeto de tantas críticas últimamente. Los periódicos han sido devaluados y aquí de repente eran un producto y un servicio que la gente ansiaba como la comida. Así de intenso era.

--¿Qué ventaja tiene trabajar para un grupo que no cotiza en bolsa?

--Hay una tremenda ventaja en trabajar para propietarios que entienden la misión y el alma de un periódico y no lo ven sólo como una propiedad. Los nuestros entienden la misión del diario, la importancia de las noticias locales, son pacientes. Los mercados no lo son.

--¿Cómo le afectará al diario el problema de una población diseminada y la reconstrucción?

--De los 265.000 ejemplares que vendíamos al día, 85.000 eran en la ciudad de Nueva Orleans pero el resto se venden en los suburbios, donde la población volvió casi inmediatamente. Esa es una base muy fuerte sobre la que trabajar.

--¿En la reconstrucción, con intereses políticos y económicos, se siente bajo más presión?

--Las expectativas del periódico son mucho más altas. Es una de las más obvias voces de liderazgo en la comunidad, incluso más que antes, y tenemos que tomarnos en serio ese papel. La gente escucha atentamente lo que decimos.

--¿Se han hecho más agresivos?

--Mucho más. Cuando no llegaba la ayuda federal no dudamos en dirigirnos directamente al presidente, algo que antes no habríamos hecho. También hemos sido críticos con las autoridades locales. Ahora somos más impacientes, agresivos y nuestra visión de qué debe hacerse es más clara. No es el momento de ser educado.

--¿Cuáles son las principales lecciones del Katrina ?

--La mayor es que es necesaria toda la protección posible hecha por el hombre ante desastres naturales. También que las ciudades no son sólo lugares físicos donde la gente se une. Son comunidades con personalidades y almas, y uno de los papeles de un diario es ser guardián de eso y no dejar que sea destruido por inversores y constructores que no lo sienten. Es difícil de entender para los estadounidenses porque la mayoría de las ciudades no tienen una identidad como la de Nueva Orleans. Aquí ése es uno de los grandes tesoros y se puede perder si no tenemos cuidado.

--¿Y la mayor lección aprendida como director de un diario?

--El valor de periodistas y fotógrafos viendo las cosas con sus ojos. La primera noticia de qué pasaba realmente en la calle 17 nos llegó porque dos periodistas cogieron las bicis y fueron allí y lo vieron. Así de simple. A veces lo olvidamos. Vemos las noticias como si fuera algo que sale de las agencias.