TEtl otro día estaba esperando el autobús urbano y un niño no paraba de darle patadas al cristal de la marquesina. Su madre charlaba con una amiga y no parecía inmutarse hasta que, súbitamente, estalló: "Jonathan, déjate de darle patadas al cristal. A mí me da por (!!!) que lo rompas, pero como te cortes, te quedas sin feria". Un caballero con trazas de ciudadano ejemplar afeó el razonamiento: "Caramba, señora, esta marquesina es pública". Pero la madre no se arredró en la réplica: "Oiga, métase donde le llamen porque este cristal lo pagamos entre todos". Y punto en boca... Al menos en la boca del resto de viajeros porque ella y su amiga siguieron charlando y emplearon una expresión que sólo he escuchado en Extremadura. Hablaba la madre del su Jonathan de una pareja que acababa de comprarse un piso y su amiga se interesó por la cuestión: "¿Y esos dos, qué son, matrimonio o algo?".

¡Matrimonio o algo! ¿Qué significa ese vocablo indefinido que tan inexplicablemente empleamos los extremeños para todo? La otra tarde en los toros alguien comentó que ya estaba doña Carmela en su palco y aclaró a continuación: "Creo que es marquesa o algo". Un conocido acaba de interesarse por mi relación con un familiar: "¿Pero usted qué es, su cuñado o algo?". Me inquieta el misterio de ese algo, pero me reconfortan sus efectos. Cuando en la marquesina del bus me harté de que el Jonathan pateara el cristal, le solté: "¿Niño, tú qué eres, salvaje o algo?". Y el hijo y la madre se quedaron petrificados... O algo.

*Periodista