Gerald Fraller contesta casi inmediatamente los mensajes de EL PERIODICO pidiéndole una entrevista. "Me interesa aparecer en prensa fuera de EEUU", dice con franqueza. Este joven de 28 años de Tampa ha tenido la ocurrencia de poner a la venta su alma, que se sorteará en internet antes de noviembre, y sabe que no hay nada mejor para tener éxito que airear su idea en los medios, una idea que demuestra las posibilidades de la red para hacer negocios, ya sea con un plan criticable o no, absurdo o inteligente, bobo o brillante pero, ante todo, original.

En el caso de Fraller, cualquiera con un dólar puede comprar un boleto para participar en el sorteo (aún sin fecha fija), en el que este joven divorciado y antiguo militar rifará lo que define como su alma. Ese intangible es, según él, una "esencia que lleva la personalidad y la conciencia", una "sustancia etérea particular de cada ser humano". Con esta tarjeta de presentación, hasta ayer había vendido 3.707 boletos y recibido ocho ofertas de boda.

Su historia, al cine Fraller parece llamado a sacarle jugo a una iniciativa que nació, según asegura, para luchar contra una depresión tras una infancia muy complicada (sin padre conocido, con una madre con problemas de adicción y hasta "abusos"), la pérdida del trabajo de sus sueños en Taiwán y la sensación de estar "absolutamente solo en el mundo". Poco después de que la prensa local y nacional empezaran a prestarle atención cuando lanzó en noviembre su web (www.winmysoul.com), el cine y la televisión identificaron el potencial. Y esta misma semana se ha sabido que Tobey Maguire, actor de Spider-Man le comprará los derechos de su historia.

No hay aún director, ni guión, ni estudio, pero hay acuerdo. Y es casi seguro que las aventuras de Fraller llegarán al celuloide, como lo están haciendo las de Kyle MacDonald y John Freyer. El primero es el hombre que empezó con un clip rojo una serie de intercambios en internet y acabó con una casa. Freyer vendi sus propiedades y luego se dedicó a visitar a los compradores.

"Soy muy inteligente y cuando hago algo lo hago pensándolo mucho", explica Fraller, que aunque se confiesa interesado en la atención se esfuerza por transmitir la idea de que su proyecto "tiene un sentido profundo, aunque ahora no sea evidente" y asegura que no busca solo publicidad. "Esto es real --afirma--. Y aunque al principio la idea era sobre mí, ahora responde a un bien mayor y es una verdadera historia de esperanza".

Fraller, que dejó su último trabajo para dedicarse exclusivamente a mantener la web, dice que todo el dinero que recaude, incluyendo el de la película, va a ir a organizaciones caritativas y a establecer una fundación para luchar contra la depresión. Aún no tiene a ninguna compañía que esponsorice su web. De momento, la página no tiene publicidad. Pero cuando pague hoy el alquiler de febrero se quedará sin dinero, y afirma que no cogerá nada de lo que ha llegado a su web. "Seguro que encuentro una manera de salir adelante".

Su voz y su determinación hacen difícil identificar al otro lado del teléfono a alguien tan deprimido como para llegar a pensar en vender su alma, pero Fraller asegura que la procesión va por dentro. "Todo lo que ha pasado ha cambiado mi vida --dice--. La gran mayoría de los mensajes son de gente que atraviesa malos momentos y eso me hace sentir que lo que hago es importante y puede ayudar. Pero todo eso es una máscara. Mi situación no es tan grave como cuando me decidí a poner en marcha esta idea, pero la depresión sigue ahí. Sé que necesito apoyo psicológico --admite--. Pero, de momento, no puedo pagarlo".