Es difícil seguir su ritmo. Si pestañeas ya ha escrito una nueva novela (como mínimo de 500 páginas), un ensayo literario o una colección de cuentos. Total más de 100 libros, algunos de ellos bajo seudónimo. Y todo ello mientras sigue dando clases en Princeton. Toda esa actividad febril contrasta con su figura evanescente y la tranquilidad que destila su voz lánguida. Es Joyce Carol Oates, 72 años, probablemente la mejor escritora norteamericana viva. Todo un clásico sobre el que aletea el Nobel.

--En una entrevista que le hicieron hace más de 30 años en la Paris Review decía que ser mujer y escritora era una bendición porque le daba a la vez invisibilidad y libertad. ¿Siente ahora lo mismo?

--Tres décadas más tarde, las cosas han cambiado mucho, las escritoras tienen hoy una voz central en la literatura contemporánea. Yo siento que he formado parte de una revolución maravillosa que literalmente no existía cuando yo era niña.

--¿Se siente una más dentro del canon norteamericano?

--No estoy segura de tener sentimiento bien definidos al respecto. Me preocupa demasiado mi trabajo que exige mucha concentración. Updike y Mailer son parte del canon, pero también fueron amigos míos y es difícil pensar en ellos como figura públicas. Si con ellos es difícil, ¿cómo será conmigo misma?.

--En medio de la escritura de ´Ave del Paraíso´ murió su marido, el editor Raymond Smith ¿De qué manera afectó a su escritura?

--Tenía la novela en un cajón y estaba a punto de enviársela a mi agente cuando murió mi marido. Y mi vida se desintegró. De manera que durante muchas semanas no pude trabajar, más allá de garabatear algunas notas. Sobrevivir un día entero era algo terrible. Estaba tan exhausta, tan deprimida...

--Es difícil imaginar a una Joyce Carol Oates en crisis creativa.

--Solo la fuerza de voluntad me animaba a salir de la cama. Decidí que si no podía escribir, reescribiría la novela que ya tenía. Le cambiaría el título, la haría más poética. Al final la protagonista, Krista, se va de la ciudad y por el espejo retrovisor ve cómo las luces se hacen cada vez más pequeñas, pensando: ´tengo que pasar página, no me puedo quedar aquí´ Esta novela tiene un sentido especial y profundo para mí.

--Siento haberle hecho recordar esos momentos dolorosos.

--No importa, forman ya parte de mi vida. Además, todo eso sucedió en febrero del 2008.

--En ese contexto sorprende que la novela siga manteniendo la carga sexual, violenta, dolorosa y turbadora de sus anteriores novelas.

--Quizá porque el sexo es violento y perturbador. Lo único que hago es poner un espejo ante la vida.

--Uno de sus temas recurrentes es el de la culpa y la redención. ¿Se siente una persona religiosa?

--Formalmente, no, pero me interesa mucho la vida espiritual. Mis padres fueron educados como católicos pero no eran practicantes.

--Entonces, la recurrencia...

--Quizá yo me sienta culpable porque mi vida es mucho más fácil que la de mis padres, que trabajaron muchísimo y tuvieron una vida muy dura. Mi madre fue abandonada a los 9 meses porque en su familia eran demasiados hermanos. Mi padre era un obrero de la fábrica a quien le hubiera gustado ir a la universidad.

--Así que con esas jornadas de escritura tan intensas está demostrando que usted también es capaz de trabajar tan duro como sus padres.

--Nunca pude convencer a mis padres para que descansaran y yo me he criado en esa convicción. Jamás me he tomado un día de vacaciones en mi vida.

--¿Nunca?

-Para mi es muy difícil estar sin hacer nada. Me gusta la jardinería, disfruto cocinando y limpio la casa. Las cosas de la vida son agradables porque son fáciles en comparación con escribir.

--No me diga que sufre escribiendo

--Sufrir, no. Quizá me sienta frustrada. Tengo un sistema para relajarme. A mi gata de largo pelaje le gusta dormir junto a mi ordenador y a menudo su cola, larga y espesa, se queda encima del teclado. Me encanta levantar su cola suavemente y teclear bajo su largo pelaje.

--Creo que de la experiencia de su viudez ha producido un nuevo libro que se publicará en febrero.

--Se llamará Widow´s story . Es una literatura traumatizada pero no exenta de humor. Cuando te quedas viuda vives experiencias muy extrañas. Como acudir ante el juez para los trámites testamentarios junto a otras mujeres que han vivido tu misma experiencia y esperan su turno. O ver la casa llena de flores o recibir, dos años después facturas a nombre de mi marido.

--Desdramatizó las cosas.

--No, las cosas no fueron dramáticas en absoluto. He leído otras memorias, como las de Joan Didion, magníficas pero las mías tienen más que ver con llevar una bolsa de la compra, que se te moje y rompa y yo me pregunte: Por qué me has dejado sola.

--Y su vida se ha convertido en una historia a lo Oates porque tras una muerte ha seguido adelante con una boda.

--Mi nuevo marido, un neurocientífico, también ha vivido tragedias domésticas, de manera que somos dos personas cojas y heridas. Pero su naturaleza es estupenda, muy optimista y positivo. Ha estado 10 veces en China y volverá en noviembre. Tiene mucha energía. Casi demasiada.

--¿Haber tenido a lo largo de su vida muchos episodios de taquicardia ha afectado a su escritura?

--Me hace sentir que tengo que trabajar rápido y que no puedo ser perezosa, siento que no tengo un tiempo ilimitado.

--Cómo le afectan las críticas

--No busco mi nombre en internet. Escribí para el periódico The Guardian un artículo sobre la muerte de Ted Kennedy y los conservadores norteameriacanos dijeron de mi cosas horribles. como que se me debería torturar, por ejemplo. Nunca más he vuelto a mirarlo.