Mallorca es una isla, pero no está aislada del mundo. Hasta aquí llega la noticia de que los obispos anuncian un "otoño caliente" para protestar por la nueva ley de enseñanza. Y eso sí que no. Pase que sólo se quejen de las reformas que creen que les afectan a ellos (como el matrimonio gay), pero que se suban al carro de explotar el sex appeal --como los regatistas, aquí, en Palma, y Aznar, en las locas aguas de Ibiza-- es más de lo que cualquier amante de la belleza puede soportar. Mejor no imaginar a Rouco y sus hermanos montados en una carroza, ligeros de ropa, para exigir la obligatoriedad de la asignatura de Religión.

Volviendo a las regatas (siempre hay que volver a los lugares en los se fue feliz), la primera noticia es que ayer se acabaron. Sí, será duro reponerse, pero es mejor haber amado y sufrir que no haber amado nunca. Nota: contra este dicho popular cargaría la guerrera Belén Esteban, que lleva mucho más tiempo recuperándose de la pasión de Jesulín que el que pasó felizmente (es un suponer) enamorada del torero.

SIGUE SIENDO EL REY Juan Carlos sí participó al fin en la última jornada de la 24 Copa del Rey-Agua Brava de Vela y demostró por qué sigue siendo el Rey. Después de un viaje relámpago a Arabia Saudí, del que regresó el sábado por la tarde, el soberano mostró que no hay jet lag que melle cuando se está hecho de otra pasta. Fresco, radiante incluso, Juan Carlos accedió al Club Náutico a primerísima hora. Vamos, no había llegado nadie aún.

El Rey saludó a sus anfitriones, los hermanos Enrique y Mariano Puig, y se perdió en las instalaciones del club. Un par de horas más tarde, cuando el Náutico rebosaba humanidad, Juan Carlos (foto) se echó al mar a la caña del Bribón, el barco que patronea, que quedó sexto en la clasificación, y con el que sólo ha podido participar en dos regatas este año.

La infanta Cristina también manejó ayer, por primera vez esta edición, la caña del Azur de Puig, pero embarcó por mar.

En las lanchas que siguen las regatas, ayer se esperaba un día grande. Al tratarse de la última prueba, la previsión era que toda la familia real saliese a navegar repartida entre la lancha Somni y el yate Fortuna . Pero, un día más, se produjeron las bajas de Felipe y Letizia, que se quedaron en tierra (y en paradero desconocido). Los Príncipes tenían previsto asistir anoche con los Reyes a la entrega de premios en el castillo de Bellver. Precisamente, el CAM, la embarcación que Felipe no patroneó para pasar más tiempo con la Princesa, ganó en su categoría.

Al final, Iñaki Urdangarín, con sus hijos Juan, Pablo y Miguel, navegó en la Somni, y la Reina lo hizo en el Fortuna.

Y hasta aquí la competición. La 24 Copa del Rey de vela hoy ya es historia.