Se ha vuelto a abrir las puertas del triunfo. 28 años después de tomar la alternativa, 16 desde que hizo su última Puerta Grande en la madrileña plaza de Las Ventas y tras superar una dura cornada hace nueve, el placentino Juan José Gutiérrez Mora, ´Juan Mora´, ha vuelto a florecer. La experiencia y "Dios" ayudaron el sábado a este veterano matador de 48 años a volver a hacerse un hueco en los primeros puestos del escalafón taurino después de años postergado por unas formas que critican en desuso. Con dos excelentes faenas en las que consiguió tres orejas, hizo la mejor corrida del año en Madrid. La cantidad de elogios que está recibiendo lo dicen todo. Ayer aún digiriendo el éxito nos atendió amablemente desde Madrid, donde reside.

--¿Cómo se siente al volver a pisar la Puerta Grande de Las Ventas?

--Como si estuviera en un sueño en el que por momentos se abre una ventana y me pregunto sí es verdad todo lo que ha pasado. Tengo un nudo en la garganta.

--¿Se esperaba esas faenas?

--Tal y como salieron no lo pensaba. Es como si fuera una utopía, un sueño inalcanzable. Triunfar de esa manera en Madrid es muy difícil. En mi caso se puede decir que tras 28 temporadas todo es más complejo. Estoy bien preparado, no he dejado dedicarme a mi profesión por muy poco que haya toreado, pero después de los deberes llega el examen y como llega tan de tarde en tarde para mí pues parece una utopía. Pero para que pueda ser realidad hay que estar en la plaza. Lo que tengo claro es que he tenido la ayuda de Dios y le doy las gracias.

--Tras una vida, ¿qué sentido tiene este éxito en su carrera?

--El más importante es que te quedas satisfecho porque a estas alturas uno tiene ya la carrera más o menos fulminada y es maravilloso quedar así de bien con todo el mundo: afición, toreo, con mis creencias y perseverancia. En estos momentos se saborea más y mejor que si hubiera sido el primer año.

--No es la primera vez que sale por la Puerta Grande en Madrid...

--Salí hace 16 años en una feria de otoño también y fue estupendo. Parecía que esto no volvería a pasar. El del sábado ha sido el mayor éxito por las circunstancias de los últimos años, en los que he toreado apenas 19 corridas en ocho años. Por ello es el éxito más emotivo de mi vida.

--¿Pensaba en la retirada?

--No, porque el toreo es algo que necesito. Necesito estar ahí y ahora aunque sea de manera parcial por las circunstancias quiero retomar el brio profesional. Sí le reconozco que durante el paseillo en la corrida de ayer --por el sábado-- me surgían dudas, no de que si se me cerraba esta puerta no pudiera abrir otra, pero lo veía muy difícil. Si no salen las cosas redondas la gente empieza a darte de lado. Lo que son las cosas del torero, diez minutos antes de empezar la corrida no le interesaba prácticamente a nadie y a los diez o quince minutos toreando era el centro del universo, pero ni tanto ni tampoco.

--¿Uno se va dando cuenta ante un toro de la admiración que levanta?

--Sí, hay una conexión entre el torero y el público. Este es el que está calibrando todo y sobre todo en Madrid. Como ruge esa plaza te llega de una manera grandiosa.

--Hablan de faenas perfectas...

--Fueron momentos, sensaciones, todo envuelto en un aroma de romanticismo, y perfectas no, la perfección sigo buscándola, pero sí hubo momentos perfectos.

--Alaban la calidad de los pocos muletazos que necesita, solo 14 el sábado. ¿Cuál es su secreto?

--No tengo, intento hacer las cosas como las siento, de manera natural y uno aprende con el tiempo. Soy fiel a mi línea de clásico e intento dar lo que llevo dentro por mi peculiaridad, pero con mucho amor a mi profesión y se demuestra en esta corrida.

--¿Ayudaron los toros?

--Si ayudaron, yo lo sentí así.

--¿Por qué dio la vuelta al ruedo con uno de sus dos hijos?

--Hace tiempo que me lo viene pidiendo. El insistía y yo le decía que es muy difícil. Antes de la corrida me lo dijo otra vez. Cuando corté las orejas no tuve que ir a buscarle, apareció a mi lado. Me impone verle en el tendido.

--¿Cómo pasó la noche el sábado?

--Con los ojos cerrados pero despierto. No he podido dormir porque se me ponía un nudo en el estómago y he estado dando vueltas, pensando en tanta gente buena que ha estado a mi lado.

--¿Se ha sentido alguna vez postergado injustamente...?

--Para ser sincero, sí. Ha habido un total abandono hacia mí, eso es indudable porque lo he sentido.

--¿Qué repercusión tiene ahora?

--Todavía mucha tranquilidad. Tengo empatía para todas las empresas pero ahora tampoco me voy a volver loco. Llegaré hasta donde Dios me permita.

--Ha estado muy unido a su padre fallecido hace un año...

--El ha marcado siempre mis pasos y se le echa mucho en falta. Seguro que está disfrutado el éxito mucho desde el cielo.

--¿Se va quedar con la cabeza del toro que le ha devuelto el éxito?

--Sí, con la del primero para ponerla en casa y mostrarle gestos de gratitud. El toro se llama Retaco , un retaco con 600 kilos.