El papa Juan Pablo II proclamó ayer cinco nuevos beatos, entre ellos Carlos I de Habsburgo, el último emperador de Austria, al que el Pontífice definió como "un ejemplo para quien tiene responsabilidades políticas en Europa".

Junto con Carlos de Austria fueron elevados a la gloria de los altares la monja italiana María Ludovica de Angelis, que pasó 50 años en Argentina al servicio de los niños; la mística alemana Anna Katharina Emmerick, y los religiosos franceses Pierre Vigne y Joseph Marie Cassant.

Ante cerca de 20.000 personas congregadas en la Plaza de San Pedro del Vaticano, Juan Pablo II, que presentaba buen aspecto pero cierta fatiga al hablar, destacó que los nuevos beatos "se dejaron guiar por la palabra de Dios como un faro luminoso, que nunca cesó de iluminar su camino".