Ayudado por varios policías igual de inexpertos pero con un elevado ideal de justicia, Miguel Angel Torres, de 35 años, se convirtió junto al fiscal anticorrupción Juan Carlos López Caballero en el ariete que destapó la corrupción en Marbella.

Entró donde otros miraron y no quisieron, ya que la investigación del caso Malaya dejó al descubierto documentación intervenida sobre Roca que llevaba años en un cajón.

Consciente del inmenso poder del exasesor, juez y policías llevaron el caso con el mayor de los secretos para evitar que el enemigo conociera sus pasos, lo que molestó en instancias superiores.

Tras sacar adelante otro gran caso por corrupción con abogados marbellís, Ballena Blanca, Torres decidió dejar la instrucción y ahora preside un juzgado penal en su ciudad natal, Granada.