Su aparición el miércoles y ayer en un tribunal de Santa María, en California, era la oportunidad de limpiar su nombre en la denuncia que le ha interpuesto el promotor Marcel Avram, que le acusa de haber anulado dos conciertos en la Nochevieja del cambio de milenio causando pérdidas de casi 21 millones euros (unos 1.500 millones de pesetas). Pero por ahora lo único que ha conseguido Michael Jackson es que se extienda la opinión de que su autoproclamado reinado en el pop está muerto, que crezcan los rumores de que atraviesa serias dificultades financieras y, sobre todo, que los comentarios sobre su aspecto físico rocen el insulto.

Ayer, pocos dejaban de mencionar la "estrambótica" imagen de Jackson (que se aprecia en las fotos), que el miércoles testificó con raya negra en los ojos y los labios pintados de rosa. "Su cara parece estar cubierta por una gruesa capa de maquillaje y la piel parece caerse de su nariz", escribió el New York Post .

Pese al vilipendio que se extiende por los medios, el autor de Thriller puede seguir contando incondicionalmente con sus seguidores, cientos de los cuales le han aplaudido ante el tribunal, al que llegó en una camioneta con chófer negra y plateada.

El artista les respondió, parándose el miércoles a firmar autógrafos después de su tres horas en el estrado. Eso sí, tampoco a ellos les da facilidades para tomarle fotos. Si no que se lo pregunten a uno de los 30 seguidores que consiguieron, a través de una lotería, estar presentes en la sala. Cuando el joven lanzó una foto con flash a Jackson consiguió que se detuviera el juicio. Se marchó sin el carrete.