Licenciado fue un gran toro de Alcurrucén, un gran núñez, uno de esos toros que han hecho legendario a este encaste. Era bonito de salida, cortas las manos, bajito aunque un punto regordío. Muy fino de cabos. Sin embargo, no dijo nada en cuanto a su comportamiento de salida, aunque tampoco estaba en desacuerdo con su encaste, que se caracteriza porque son toros fríos en los primeros compases, que luego van a más. Pero sabio El Juli, le arrastraba el capote y le andaba para atrás hacia los medios.

Licenciado, sin exageraciones, hizo una buena pelea en el caballo y, cuando su matador lo probó tras la primera vara, vio que el animal era otro: humillaba en el capote.

Fue precioso y muy efectivo el comienzo de faena por doblones, dos trincherillas, un cambio de mano, todo con enorme calor en los tendidos. Hubo una primera serie en redondo muy por abajo, y una segunda aún más intensa, le dejaba la muleta en la cara. Al natural, tardeaba al principio un poco el animal, pero ya en la segunda con la zurda, brotó enorme el toreo y salió a relucir el tranquito de más de los núñez buenos. Volvió a la mano derecha, muy por abajo, llegó el cambio de mano por la espalda y el natural eterno de largo, y el de pecho muy profundo.

Grandiosa faena, con el público en pie. Supo El Juli ver a un gran toro, al que toreó siempre a favor, haciéndole ir a más. Toreo de mucho poder y gran conjunción. Oreja de muchísimo peso, que pudieron ser dos si no hubiera utilizado el descabello. Se llamaba Licenciado y fue un gran toro, que tuvo la suerte de tener a un gran torero.

Los otros dos del diestro afincado en Olivenza tuvieron poca historia, por soso y muy a menos el primero, de Victoriano del Río, y también por sosear, no humillar y no desplazarse el quinto, de Domingo Hernández.

Ginés Marín tuvo una tarde muy complicada, perfecto en cuanto a disposición y entrega pero sin ninguna posibilidad de triunfo por el mal lote que tuvo que sortear.

Estaba montado su primero, de Alcurrucén. Era estrecho de sienes y por eso fue muy protestado por el público del tendido 7. Pero era muy astifino y enseñaba las palas. Apretó en las dos varas pero salió huido de la primera. Era un manso.

Muy pronto dijo el animal que lo suyo no iba a ser la entrega en la muleta cuando Ginés Marín inició la faena con pases por alto muy ajustados. Comenzó el animal a quedarse corto y no humillaba, el torero aguantó parones y terminó entre los pitones. Toro imposible.

Era estrecho de sienes y un punto engatillado el segundo de Ginés Marín, que llevaba el hierro de Garcigrande. Alto de agujas aunque tenía cuello. Verónicas de manos bajas, desigual la embestida, probón el animal, lo que confirmaría con creces. Loco el burel por irse a la querencia de chiqueros, desmontó a Guillermo Marín en la segunda vara. Buen tranco en banderillas y gran par de Fini.

Brindó Ginés al público e inició la la faena por abajo, rodilla genuflexa. En redondo, serie profunda con la diestra, embestía el gracigrande con codicia queriendo puntear el engaño. No le dejaba. Mirón en la segunda tanda, se acordaba de lo que dejaba atrás. Tenía un peligro sordo. Al natural, era complicado llevarlo y complicado estar. Manso con un punto de aspereza, levantó al torero en un parón cuando toreaba con la zurda. Faena de mucha entrega ante un astado áspero y de sentido, que le medía y no regalaba nada, lo que supo ver el público.

El sexto, de Victoriano del Río era un pavo, alto, estrecho de sienes, enseñaba las palas y era muy astifino. Fue un toro que engañó porque hizo buena pelea en varas, muy bien picado por Agustín Navarro, pero que en la muleta muy pronto se quedo sin recorrido. Muy a menos, de medias embestidas, con el que volvió Ginés a mostrar su buena disposición.

El Juli ayer se ganó el respeto de la plaza de Madrid, tan en su contra siempre. Y Ginés Marín el que se le espere para un compromiso tan importante como es la próxima Corrida de la Beneficencia.