El afán de superación y una madurez soberbia permitieron a El Juli cuajar una faena para el recuerdo. Porque había paseado las dos orejas del segundo, tras un trasteo templadísimo y muy profundo. Había estado enorme el diestro madrileño pero saltó en quinto lugar Odioso al ruedo de Morón. Ya por sus bellas hechuras cantaba el toro de Juan Pedro lo que después vendría. En el caballo El Juli l9o cuidó y solo le dejó ir una vez. Pero el toro quería más e hizo un ademán, por bravo, de arrancarse, lo que no consiguió el torero. Después, en la muletam llegó una sinfonía de toreo caro.

Precioso el inicio de faena sometiendo al toro por abajo pero sin cortwarle el viaje, llevándole. Inmediatamente el diestro le dio sitio para cuajarle series en redondo de extrema calidad. Pero lo mejor estaba por llegar y llegó cuando se echó la muleta a la zurda. Los naturales, uno tras otro, brotaban largos y cadenciosos. Perfecta la faena de planteamiento y siempre a más, poco a poco llegó el clamor, como cuando el torero cerró su obra con muletazos cambiados por abajo con un regusto que niega a quienes dicen que este gran torero está falto de arte. Estuvo inmenso El Juli y su arte es el arte de lo bien imaginado y mejor realizado.

Mérito de TalavanteNo lo teníafácil Alejandro Talavante cuando saltó al ruedo el sexto por el recuerdo que dejó su compañero. Antes había tenido un muy soso tercerio con el que, aparte de poner ganas, poco más pudo hacer. Dispuesto en ese último el torero, realizó un ajustado quite por chicuelinas que era toda una declaración de intenciones. Pero llegó con poco fondo el toro a la muleta.

Mas el diestro, con un toreo muy vertical y a pies juntos, le sacó series al natural hasta que el astado pidió las tablas de forma clamorosa. Había que arriesgar y Talavante arriesgó cuando se lo pasó muy cerca en un terreno casi inverosímil porque no había espacio físico entre las tablas y él. Las bernardinas finales, ajustadísimas, terminaron de calentar los tendidos y, como mató al burel muy bien por arriba, cortó las dos orejas.

Morante también brilló con su toreo personalísimo ante el buen cuarto. Si poco pudo hacer ante el blando primero, ante su segundo compuso una faena aclamada en diversas fases, cuando corría el brazo y la cintura se quebraba para acompañar al toro. Bellísimo el toreo del sevillano, la gracia de los remates era todo un homenaje a la inspiración, sentimiento que engrandece el toreo.