De seis novillos cinco fueron aplaudidos ayer en el arrastre. Ello da cuenta de la excelente novillada que lidió el ganadero sevillano Javier Molina. Un encierro muy en el tipo de su encaste Jandilla, finos los novillos, muy reunidos en general, parejos- En fin, un encierro muy propicio para el triunfo que, por distintas razones, no llegó.

Julio Parejo necesitaba un aldabonazo pero en Madrid no pudo ser. Dejó claro su empaque, sus excelentes maneras, que se asientan en dar sitio a los novillos, para traérselos, llevarlos y dejarles la muleta en la cara para ligar. Siempre con el compás muy abierto, para alargar los muletazos. La pena para el torero extremeño fue ayer la blandura de su primer novillo, que tuvo mucha calidad pero que perdió las manos en bastantes ocasiones. No se caía porque el torero le diera tirones o lo toreara con brusquedad. Sucedió todo lo contrario, porque Parejo siempre le corrió la mano con extrema suavidad.

Inició la faena de forma ortodoxa, llevándolo a media altura. Siguió en el tercio con la diestra y logró muletazos limpios, pero la falta de fuerzas mediatizaba la labor del torero extremeño, pues tras unos buenos pases el animal perdía las manos. Se puso al natural y brotaron los mejores muletazos, que respondían a un toreo muy bello y expresivo.

El sexto tuvo un buen pitón izquierdo pero se vino, al final, a menos. A este animal tardó Julio Parejo en verlo. Estuvo firme y valiente con él, y ya avanzada la faena consiguió algunos muletazos con la zurda estimables. Mal con la espada, tendrá que esperar este torero a otra ocasión.

Un lote espléndido se llevó Alberto Lamelas. El novillo que abrió plaza, además de bravo y encastado se movió mucho y bien. Quería todo por abajo y la faena resultó intermitente porque el torero no llevaba al buen novillo. El cuarto también era pronto y repetidor. Sólo se acopló con él en una serie al natural. Mal balance para este diestro.

Y Casillas, además de no saber torear con el capote, con la muleta resulta de una vulgaridad innegable. Tuvo un complicado novillo, que fue el quinto, pronto parado y a la defensiva. Pero el segundo fue también muy propicio. No quería nada por arriba y no se acopló con él este novillero próximo ya a la treintena.