"Son personas humanas y no animales". El rostro ajado de la tía materna de una de las víctimas del incendio del calabozo de Málaga revelaba una explosión de sentimientos. La rabia que emana del desconocimiento de los verdaderos hechos, y la tristeza causada por la pérdida del mayor de sus sobrinos, de 26 años. "Estoy quemada por dentro, quiero saber" decía desesperada.

Mohamed el Bakali, un joven carpintero de Tetuán, ha sido la séptima y, por ahora, última víctima mortal del fuego en la comisaría. Tenía quemaduras en el 60% del cuerpo. Las llamas habían afectado incluso a algunos órganos internos.

Su familia compareció ayer ante los medios de comunicación en la sede de Málaga Acoge con "la única intención de clamar justicia", afirmaron, y para dar a conocer el profundo drama que acompaña a cada persona que emprende la peligrosa travesía del Estrecho.

Se han personado como acusación particular en la causa judicial abierta por la fiscalía malagueña para esclarecer las circunstancias del incendio y exigir acciones civiles y penales. Para ello, han firmado poderes notariales a favor de la asociación Andalucía Acoge con el fin de que les represente.

Khadija el Jaebi lanzó duras denuncias contra la actuación policial: "Llevo dos semanas en las calles de Málaga tratando de conocer lo que sucedió", lamentó ante la ausencia de información oficial. Sus pesquisas la han llevado a cuestionables conclusiones que fuentes de la Policía Nacional se apresuraron a desmentir a este diario. Khadija aseguró que un policía facilitó un mechero a uno de los inmigrantes para fumar en la celda, y añadió que cuando el causante del fuego llegó a la comisaría todos los agentes dieron muestra de conocerlo.