El exceso de estrellas en el firmamento de la Fundación Sabera ha provocado una crisis que ha amenazado con echar al traste el proyecto de acogida de niñas en la India. La razón fundamental ha sido que el grupo formado por Nacho Cano, Esther Cañadas, Penelope Cruz, Melanie Griffith y Alejandro Sanz, entre otros, organizó un despliegue desproporcionado que no se correspondía con su capacidad de gestión.

Lo que demuestra que para ayudar a los pobres no basta con ser rico, sino que se necesita eficacia. Esther Koplowitz, consejera y máxima accionista de Fomento de Construcciones y Contratas, ha hecho donación al Ayuntamiento de Barcelona de un centro de acogida de ancianos que ella misma ha financiado, construido y hasta decorado pero del que ha cedido la gestión y hasta la propiedad.

A través de la Fundación de Ayuda al Desvalido, (denominación manifiestamente mejorable), Esther Koplowitz ya levantó una residencia para ancianos en Villalba (Madrid) y tiene en proyecto otra para jóvenes con minusvalías severas en Valencia. Cada centro supone una inversión de 10 millones de euros (1.666 millones de pesetas) que seguramente no alteran el patrimonio de Koplowitz, pero lo interesante del caso es que, además, la empresaria mantiene una actitud totalmente contraria a la que han mantenido los famosos de Sabera, ya que jamás hace ostentación pública de sus actos, ni benéficos, ni de ningún tipo.

Tanto es así que para la intimidad de su hogar queda la estrecha amistad que mantiene tanto con Cándido Méndez, secretario general de la UGT, como con José María Fidalgo, secretario general de CCOO.