En plena temporada de los desfiles prªt-à-porter, Adolfo Domínguez realiza un análisis crítico y desmitificador del mundo de la moda. Se mueve en otra longitud de onda. Y con un espíritu tan zen como despegado del divismo que aqueja al star system de las pasarelas.

--Ha creado una multinacional--Una empresa.

--Que cotiza en bolsa y está presente en 20 países. ¿A estas alturas no es más empresario que diseñador?-Soy ambas cosas. Escribir es un acto individual, pintar también, pero el mundo de la moda es una actividad industrial. Si no eres empresario, no tienes nada que hacer. A no ser que te busques a alguien con esa cabeza. Yo la tengo dividida, mitad y mitad. No se me da mal el discurso lógico y, al mismo tiempo, mi oficio es el de diseñador, dirijo la empresa desde el departamento de diseño.

--¿No se considera un artista?--Alguien con sensibilidad artística, sin duda. Pero eso no significa que sea arte. En esto soy antiguo. La moda no es un arte mayor, es diseño industrial. No pongo en el mismo nivel a Balenciaga y a Mozart, y que conste que Balenciaga es mi modisto preferido y Mozart mi músico favorito. Ni pongo en el mismo nivel a Cervantes y Chanel o a Shakespeare y Chanel o a Einstein y Chanel. No tienen nada que ver. Creo que hay el arte aplicado, que es el mundo del diseño.

--Usted ha abandonado el circuito de los desfiles, ¿por qué?--El mundo ha cambiado mucho. Hoy la información corre tanto y tan rápido que no tiene sentido desfilar ocho meses antes de poner el producto en la tienda y poner a todo el mundo al corriente. A los que realmente diseñamos, no nos interesa. Si en 24 horas las colecciones no estuvieran en todos los despachos, cada temporada en las tiendas habría una oferta mucho más diversa, sabrías qué propone cada cual.

--¿Nunca le tentó la alta costura?--La alta costura no existe, pertenece a otro tiempo. La última se hizo en los años 50 y 60. Lo que hace hoy John Galliano es un espectáculo que no tiene nada que ver con Balenciaga. El prªt-à-porter lo ha devorado todo. Queda tan poco...

--Tiene 30 tiendas en Japón, ¿se identifica más con Oriente?--Nos resulta más fácil introducirnos en Japón que en París. La sociedad francesa es muy rígida y proteccionista.por el medio ambiente. Olvidamos que somos hijos de la Tierra, no al revés. La tratamos a patadas.

--Ante la tiranía de la cirugía estética, ¿no habría que reivindicar de nuevo su eslogan la arruga es bella?--Sin ninguna duda, creo que la arruga sigue siendo bella. El Paul Newman de El color del dinero (1986) no me gusta menos que el de

El color del dinero El buscavidas