Tenis, frontenis, fútbol-sala, pero sobre todo, calva. Son los deportes que ha practicado David Martín Nieto durante su vida y no como mero aficionado sino implicado en los clubes. Por esa dedicación al deporte, los clubes deportivos de Plasencia han decidido que merece una mención especial en la próxima Gala del Deporte de Plasencia, que tendrá lugar el próximo jueves.

No se lo esperaba porque, además de proponerle su club "me han votado otros y estoy muy agradecido porque creo que hay gente que lo merece tanto o más. Es una gran satisfacción este reconocimiento".

Nacido en Galisteo, pero residente en Madrid, Galicia, Soria, Canarias y desde hace veinte años vecino de Plasencia, tiene 66 años y a los 25 comenzó a jugar al frontenis y al tenis compaginándolo con la calva. Además, durante doce años compitió con el equipo de fútbol-sala Calzados Galisteo, pero si hay un deporte al que ha dedicado gran parte de su vida ha sido a la calva.

Aunque se le suele asociar con jugadores de una cierta edad, David Martín comenzó a practicarlo desde niño y recuerda que "era la gente joven la que jugaba, lo que pasa es que la gente mayor es la que hemos ido manteniendo este deporte de la Edad Media". Además, en el club placentino hay jugadores que no llegan a la treintena, e incluso niños de padres aficionados.

Por eso cree que este deporte debería volver a los colegios. "Nos llaman de algunos colegios para que se lo enseñemos a los chavales y creo que deberían practicarlo porque no hay contacto físico, tiene muchas ventajas, es saludable y no cuesta dinero". Pero advierte de que choca con un impedimento: "Va a costar que se mantenga porque los colegios no tienen tierra. El cemento le está ganando el terreno a la tierra".

Es una paradoja porque recuerda que antiguamente era un juego infantil. Sin embargo, mientras pueda luchará porque se mantenga; no obstante, David Martín fue el artífice de la creación del club de calva placentino en el año 89 junto con otros cuatro socios y ahora son 50.

Para jugar, no se necesita más que un terreno rectangular de 15,5 metros de largo por 5 de ancho, un cilindro y la calva, un trozo de madera de encina que hay que lanzar quince metros para dar al cilindro sin tocar la tierra. Se necesita "mucha concentración a la hora de tirar, una sincronía entre el esfuerzo físico y el peso que tiras y adiestrarse". De ahí que defienda la calva como fuente de salud, pero también "por la convivencia porque nos encontramos por la calle los jugadores y parece que somos algo", explica.

No es de extrañar porque el club participa en una liga individual con varios pueblos; en otra por equipos; realizan en mayo una convivencia anual, el trofeo de ferias y el campeonato nacional del Martes Mayor, además de acudir a torneos nacionales.