Apenas tres minutos de plano secuencia con el hastiado regreso a casa de un repartidor de comida a domicilio, una voz en off salpicada de palabrotas narrando su enfado vital y la contradicción de ser impulsor y víctima del mismo sistema. Aproximadamente cero euros de presupuesto y más de 250.000 visitas solo en Youtube. El corto ¡Hola, buenas noches! arrasa en las redes cuestionando la doble factura oculta del consumo a domicilio, la de las malas condiciones laborales de los llamados riders pero también la de un modelo que contenta a los desfavorecidos haciéndoles creer que son triunfadores, solo porque hay personas más desfavorecidas que ellos.

"¿En qué momento se nos ha ido tanto la puta cabeza que somos capaces de pedir un bocata a domicilio del bar de abajo?", se pregunta cabreado el protagonista del corto dirigido por Pau Rodilla, a quien hace unas semanas impactó una columna de Héctor G. Barnés en El Confidencial titulada Pedir un cubata por Amazon. "Me explotó un poco en la cara. Me sentí reflejado y denunciado", admite como habitual usuario de estos servicios el socio de la agencia de publicidad Maslow. Y lo rumió unos días hasta que se lo contó a Carlos Vera, su amigo e improvisado actor principal. "Me lo comentó y le dije: 'Va tío, tenemos que hacerlo'", explica el responsable del estudio de sonido Noizes. "Una de mis premisas es 'yo no hago cortos', pero aquí estoy porque la idea me moló un montón", relata.

"¿De verdad es una mejora tener un ejército de esbirros deambulando por la ciudad, satisfaciendo los impulsivos deseos de esta sociedad enferma?", plantea el cansado ciclista. Rodilla admite que sería "muy pretencioso" pensar que pueden "cambiar algo" pero cree que pueden hacer reflexionar. "No pretendo destruir la industria de este tipo de servicios, es solo que nos sentemos y veamos que igual a veces se nos está yendo un poco la olla", apunta.

EL EMPUJÓN DE JORDI ÉVOLE

Un domingo de madrugada lo grabaron en las calles vacías de una València que cogía fuerzas para las Fallas. Un coche con el maletero abierto y un pequeño altavoz con una primera grabación de la voz en off para que Vera fuera adaptando sus reacciones. Amigos, parejas y familia echando un cable, sin cobrar, claro, porque el corto no tenía presupuesto. El único gasto fue la compra de una mochila de repartidor por Wallapop que encima no valía porque era demasiado pequeña. Tuvieron que fabricar otra. Cinco versiones grabadas, un montaje a toda prisa en 48 horas y un envío justo al límite para inscribirse en el certamen de cortos por internet NoTodoFilmFest.

"Después de un par de semanas llevábamos una 1.300 y 35 likes en Youtube y ya decíamos '¡ojo!'", cuentan divertidos. Tras unos días, a Rodilla se le ocurrió enviarle un tuit a Jordi Évole. Una hora después el periodista le dio un like y se pusieron nerviosos. Los teléfonos echaban humo. Otro rato después lo compartió. "Fue la leche. De tener 1.300 visitas a 35.000. Con los días llegamos a 50.000 y estábamos flipando. Le dije que había hecho un corto y que sería épico que lo viera. Pensaba que no lo iba a ver ni de broma", recuerda. Y se parten de risa cuando confiesan que le tiraron el anzuelo a Nicolás Maduro para dar el salto a Sudamérica.

EL PALMARÉS Y EL PREMIO

"Es la medalla de consolación del mileurista, su lujo es que otro trabajador que cobra aún menos que haga el trabajo que no le apetece hacer", reflexiona el actor por un día. Vera cree que la medalla de este proyecto no llegará seguramente en el palmarés del festival. "Creo que no vamos a ganar el concurso pero no pasa nada, lo estamos petando. Hemos metido el dedo en la llaga. Comí con un compañero del estudio y me dijo que se había acordado mogollón de mí la noche anterior porque pensó en pedir una hamburguesa de un local que está a 50 metros de su casa pero al acordarse del corto, bajó y se la comió en el bar. Hemos removido conciencias. Al menos, un poco. Y para mí eso ya es ganar", afirma.