En él mito y realidad se confunden. Eleuterio Sánchez El Lute visitó ayer Villanueva de la Serena. Un acto previsto hace un mes que se suspendió por las presiones de algunos colectivos que se opusieron por estar acusado de maltratar a su exmujer. Una sentencia lo ha declarado inocente, aunque hay recurso.

-¿Cómo recibió la noticia de la suspensión del acto?

--Muy mal, me entristeció mucho porque en un sistema democrático, prohibir que alguien se manifieste con sus ideas me parece un acto antidemocrático, de una inmadurez y de una intransigencia de otros tiempos.

-¿De verdugo a víctima?

--Nunca he sido verdugo si bien he estado imputado por violencia de género. Pero no es menos cierto que ante la justicia se ha probado que es una denuncia falsa. Lo que pasa es que la justicia es tan lenta que he estado imputado dos años. Durante este tiempo he sufrido mucho, y por ser conocido más porque la idea ha trascendido socialmente.

-¿Pesa más la condena de un juez o de la sociedad?

--Es peor la de la sociedad porque es un juicio paralelo y a priori. A mí la sociedad me condenó antes de que saliera el juicio. La denuncia tuvo impacto, pero el desmentido no.

-Usted es crítico con la Ley de Violencia de Género

--Sí. Se me abren las carnes cada vez que oigo una víctima de violencia de género. Estoy visceralmente en contra de cualquier violencia. Pero eso no quiere decir que tengamos que hacer una ley de hombres malos, mujeres buenas. A veces condenar a un inocente es tan terrible que es preferible absolver a 10 culpables, que dice la ley. Esta ley apunta buenas maneras y en casos favorece a la mujer, pero en otros hay listillas que quieren aprovecharse y quedarse con todo. Es una ley imperfecta

-¿Qué queda de El Lute.

--Para mí nunca existió. Es lo que la gente creyó de mí. Los mitos no pueden ser de carne y hueso.

-¿Qué sentimientos le provoca el que antes se amenazara a los niños con El Lute?

--Tristeza por esas madres. Quiero pensar que no me consideraban un coco, pero sí para atemorizar a unos niños ingenuos. Me da pena que se les ocurriera tirar de un pobre hombre.