Tengo una amiga para la que el infierno sería un lugar donde su cometido fuera realizar gestiones, mover papeles de un lado a otro buscando la instancia adecuada.

Muy bien debe comprenderla la persona que en la Junta tengan la tarea de depositar, en el lugar exacto, la reclamación al Insalud de los treinta y cuatro millones de euros que adeuda a Extremadura.

No reclamaron donde debían. Se les indicó otra ventanilla y tampoco acertaron. Aquí no es, parece que les dijeron. Tienen que ir a ese otro lado .

Un relato terrorífico me parecen las últimas declaraciones del presidente resumiendo esas vicisitudes. Imagino el agobio del funcionario encargado de enviar la reclamación. El tiempo pasando, y en su cuello el aliento de Extremadura (su jefe de sección, de departamento, su director general, su consejero, su presidente, el jefe de la oposición). Si en vez de funcionario, es un alto cargo el responsable de dar en la diana, le soplará menos gente en el cogote, pero seguro que nota bajo sus pies el calor de una hoguera encendida. ¡Pobres¡

Por una vez a los ciudadanos corrientes, a los de a pie , los constructores del laberinto nos han facilitado la salida con el invento de la ventanilla única.

Desapareció el infierno de las pesadillas de mi amiga, pero el sistema no parece que funcione cuando son dos administraciones las que tienen que relacionarse. Para ellos --y a las pruebas de las vueltas que está dando la reclamación, que hasta el Supremo ha ido, me remito-- parece que ese infierno existe; y ahí están, a la espera, cruzando los dedos para que esta vez hayan llamado al sitio adecuado.

Por fin comprendo los numerosos desencuentros habidos entre la Junta y el ayuntamiento pacense. No tienen esa única ventanilla y los papeles, van y vienen, iban y venían, sin encontrar el lugar para el reposo.