Laia Marull parece tímida, pero sus ojos grises crecen cuando la mira la cámara del fotógrafo. Lleva una camiseta blanca y negra con la cara y los puños tatuados de Robert Mitchum tal como aparecía en La noche del cazador. Ella también aspira a interpretar grandes personajes, aquellos que superan la barrera del tiempo, aquellos que con una mirada lo dicen todo.

--Tristán Ulloa y usted ya habían trabajado con Salvador García Ruiz en Mensaka.

--Me gustaría que contara conmigo para su próxima película. Es de aquellos directores que cuidan al actor, que aportan información. Es exigente pero sabe de qué manera. Concede importancia a los detalles. En Las voces de la noche nos decía que no era una ficción cualquiera, que era como si estuviéramos dentro de un cuento. Sabe cómo hacer que un personaje llegue a la emoción. Busca las verdades. Con él, tengo la sensación de estar aprendiendo.

-- Las voces de la noche es la adaptación cinematográfica de una novela de Natalia Ginzburg. Al tratarse de un texto literario, sin apenas acción, ¿ha complicado el rodaje?

--Realmente lo que explica son sentimientos y los procesos internos de unos personajes. No hay un marco épico ni una gran historia. En este sentido es difícil y poco comercial. La luz y la cámara y sobre todo la mirada del director la convierten en cinematográfica.

--¿Qué deja en un personaje?

--Es lo que deja él en mí. Actuar me ayuda a conocerme a mí misma. Cada personaje es un compromiso. Sobre todo Pilar, la mujer maltratada de Te doy mis ojos . Con ella me enfrenté a la cara más dura de un drama real. Lo hice con cuidado y respeto. Dudé mucho si sería capaz.

--Iciar Bollain ha recibido críticas por haber tratado el tema de manera demasiado suave.

--Esta película tenía que dar una esperanza. Sé que la realidad es mucho más dura. Ser explícita no hubiera ayudado. Han venido muchas mujeres a darme las gracias y eso, de verdad, emociona.

--Por Te doy mis ojos ha obtenido su segundo Goya y la Concha de Plata a la mejor actriz en San Sebastián. ¿Qué representa tanto premio?

--Más que dulce es asfixiante. Tanto interés en mí me desborda. Con los Goya tengo la sensación de llegar y besar el santo. Dos veces aspiro y dos veces lo consigo. No sé hacia dónde me llevará todo esto. Te doy mis ojos sólo me ha dado satisfacciones. Me baso en mi trabajo, no en los premios que recibo. Lo que más me gusta es desaparecer, pasar inadvertida.

--¿Por qué?

--No me han gustado las ofertas que he recibido. En el mes de mayo me espera una película, pero prefiero no hablar de ello. Es un buen momento. La película ideal no sé si la encontraré alguna vez. No sé hablar de ideales. Creo que no existen.

--¿Qué opina de que se hable tanto de sus desnudos?

--A veces me digo: "¡A estas alturas y todavía estamos así!" ¿Ha pasado la época de represión, la del destape, la hippy, la del amor libre y seguimos en el mismo sitio? Hay una parte del público que no puedo controlar. No todo el mundo malinterpreta un desnudo. Es curioso que suscite tanto interés mi cuerpo. Mis personajes muestran algo más preciado, su alma, la vida interna.