Los vecinos de Alburquerque ya pueden, desde ayer, recoger las bellotas del arbolado comunal, en cumplimiento con una tradición de varios siglos de antigüedad. Como es habitual, el ayuntamiento ha emitido un bando municipal por el que autoriza al vecindario a recolectar este fruto que, por proceder de los terrenos de la Dehesa Boyal, los conocidos Baldíos de Alburquerque, pertenece al común de vecinos. El bando prohibe igualmente "el señalamiento de árboles con chozos o cualquier otra clase de objetos y su recogida se hará con todo orden y sin preferencias de clase alguna, siendo sancionados severamente los contraventores a lo dispuesto en el bando".

Desde la Edad Media en que se constituyeron los Baldíos de Alburquerque (en el año 1430 el infante de Aragón hizo entrega de algunas tierras al pueblo), existe esta tradición que comenzaba en la festividad de Todos los Santos con el pregón de la bellota, mediante el que se informaba en el pasado al vecindario de la posibilidad de recoger la fruta de las encinas y alcornoques de los terrenos comunales, "el vuelo, es decir, la arboleda y sus frutos son de todos los vecinos; la tierra y el aprovechamiento agroganadero solo lo pueden explotar los arrendatarios de las parcelas que componen los Baldíos". Así lo explica José Cantero, un vecino de 67 años de edad, quien recuerda cómo en décadas pasadas y un día antes del pregón "los vecinos tomaban posesión temporal de los árboles mediante señales o chozos que se construían alrededor del tronco". Estos actos constituían motivo de controversia, llegando las disputas y confrontaciones a resolverse, a veces, de forma violenta.

En el pasado, la recogida de estos frutos se convertía en algo muy codiciado por los vecinos, puesto que con estas bellotas se engordaba el cerdo que unos meses después, y tras ser sacrificado, servía de sustento a toda la familia, especialmente a las más humildes. Por ello, las autoridades se veían, y aún se ven, en la necesidad de prohibir el señalamiento de los árboles por el que algunos vecinos se creían en el derecho exclusivo de acaparar las bellotas de dicho árbol previamente señalado. Los más viejos del lugar recuerdan la forma en que las familias se preparaban con varios días de antelación en las inmediaciones de la dehesa comunal y cómo después todos los miembros de la familia, provistos de animales de carga, varas y sacos "se presentaban en la Dehesa Boyal a lomos de un burro o mulo y con sus hatos al hombro donde llevaban las albardas, comidas y demás enseres para recolectar la bellota, hasta que se acababa o era imposible caerla del árbol" recuerda José.

En los anales de la historia se recoge un famoso incidente entre las autoridades y unos 400 braceros agrícolas. Ocurrió en 1916, cuando los obreros llegaron a la finca "La Cotada" dispuestos a recolectar la bellota, cuando esa finca, pese a pertenecer a los Baldíos, estaba en manos privadas (como tantas otras hasta la expropiación llevadas a cabo por la Consejería de Agricultura a principios de la pasada década). Los peones agrícolas pidieron ante el Juzgado de Instrucción de la localidad que se perdonase a otros compañeros suyos procesados por "hurtar bellotas" de la dehesa comunal. La benemérita llegó a disparar sobre la muchedumbre mientras que los obreros lanzaban piedras. El resultado: un obrero muerto y varios heridos. Es una de las historias que cuentan los más viejos sobre esta tradición tan arriesgada en Alburquerque.