Letizia Ortiz tuvo que ser ayer persona y princesa al mismo tiempo. A primera hora de la tarde, la esposa del Príncipe de Asturias entró seria y digna al tanatorio de Tres Cantos (Madrid) para asistir al responso de su hermana Erika, de 31 años, que falleció inesperadamente en su casa de Madrid el pasado miércoles por causas que todavía no se han aclarado. A la salida, con los ojos visiblemente enrojecidos, tuvo la deferencia de acercarse al más de un centenar de periodistas congregados en las puertas del tanatorio. "Quiero dar las gracias a todas las personas que se han sentido apenadas por la muerte de mi hermana pequeña", susurró. Las lágrimas le cortaron la voz y, entonces, Felipe continuó con sus palabras. "Gracias por vuestra comprensión", dijo tras hacer una referencia a la larga espera que realizaron los informadores bajo la copiosa lluvia.

Una vez más, la lluvia acompañó a los Príncipes. Esa misma lluvia que, sin embargo, estuvo presente en los otros dos grandes acontecimientos de su vida, los más felices: su boda y el nacimiento de su primera hija. La lluvia de ayer fue triste. Igual que la cara de Letizia, embarazada de seis meses, quien entró al tanatorio acompañada de su abuelo paterno y de su madre. Paloma Rocasolano, con un aspecto muy frágil, ocultó su rostro bajo unas gafas de sol para que ninguna cámara pudiera reflejar un dolor que es solo suyo. El príncipe Felipe la rodeó con el brazo en una exquisita muestra de cariño.

Acto seguido, hicieron acto de presencia el padre de la Princesa, Jesús Ortiz Alvarez, con su mujer, Ana Togores; su madre, Menchu del Valle, y varios allegados, entre los que se encontraba la expareja de Erika y padre de su única hija, Antonio Vigo, y su abuela materna, Enriqueta Rodríguez. Roberto García, actual pareja de Erika y la persona que la encontró muerta, también asistió al responso. Mientras la comitiva recorría el pasillo de entrada a la capilla del tanatorio, los periodistas mantuvieron un respetuoso silencio, todo lo contrario de lo que ocurrió el miércoles ante la casa donde García halló el cadáver.

Unos minutos después de las dos de la tarde, apareció el Rey, acompañado de su hija Elena y Jaime de Marichalar. A escasos metros estaban los duques de Palma, con el semblante muy serio. Los Príncipes salieron a recibirles y ahí es donde se pudieron ver las dos caras de la princesa Letizia. Por un lado, saludó y besó muy afectuosa al Rey.